Las
mujeres que hicieron nuestra historia y
están presentes en el cementerio de la
Recoleta.
Una tarde de domingo acepté la invitación del historiador Eduardo Lazzari para recorrer el Cementerio de La Recoleta en búsqueda de historias protagonizadas por mujeres.
Sabemos que se trata del primer cementerio público en territorio argentino, fundado en tiempos de Rivadavia.
Sabemos que se trata del primer cementerio público en territorio argentino, fundado en tiempos de Rivadavia.
Como no podía ser de otra manera, siendo la mitad invisible de la historia, también grandes mujeres relevantes en nuestro pasado, se encuentran en el Cementerio de La Recoleta, máximo exponente por su valor histórico artístico de la Argentina.
Allí conviven grandes obras de arte, que se mezclan con telarañas de tumbas semiderruidas. Florecen los vitrales de las ventanas de los mausoleos con memoria, de herederos sin raíces.
Belleza y abandono se conjugan, la ostentación y el patrimonio artístico de la antigua oligarquía terrateniente muestra su poderío aún en sus monumentos funerarios.
Desde La Dolorosa, cerca de la puerta, a la derecha de la entrada que custodia a Facundo Quiroga quien según la leyenda permanece de pie, para que ni aún en la muerte el enemigo lo encuentre distraído o vulnerable, que es la escultura más antiguas de ésta necrópolis. Sobria y una de las más imitadas del cementerio, hasta los panteones de nuestros héroes de las guerras de independencia (izq.), como Soler y Necochea, y la mayoría de nuestros presidentes y otras personalidades destacadas de la ciencia, las artes y política se dan sita en ese mismo lugar. Menos representantes gremiales y tangueros, para ellos esta reservada la Chacarita.
Después de observar detenidamente el Cristo con un excelso naturalismo en mármol que realizó Monteverde, el maestro de Lola Mora, para la capilla de entrada que forma parte del portal ideado por Buschiazzo, como no podía ser de otra manera no bien se cruza el portal, dentro del mausoleo de la flia. Alvear, nos recibe Regina Pacini, la primer "Primera Dama" destacada en ese papel en la Argentina. La exitosa cantante lírica de origen portugués que renunció a su encumbrada carrera para casarse con Marcelo T. de Alvear, lo acompañó por el resto de su vida y realizó importantes obras de caridad entre las que se destaca La Casa del Teatro y el Teatro Regina. Y ayudo a concretar el Teatro Cervantes.
Dejando atrás los relojes de agua, que marcan el tiempo para las almas y tomando la calle principal nos detenemos en el mausoleo de la flia. Lecube, en medio de los cipreses, árboles de simbología de eternidad, para observar las dos maravillosas esculturas alegóricas femeninas esculpidas por Lola Mora, con una exagerada rugosidad de la vestimenta a modo de un gesto de rebelión de la escultora por haber sido rechazadas sus figuras originalmente esbozadas desnudas, no por ello menos valiosas. Las únicas que dejan ver la firma de Lola con el apellido Hernández de casada, aún un simple transeúnte las distingue por la blancura del mármol de Carrara, los rasgos y proporciones perfectas, la mano y el cincel soberbio de Lola.
Casi enfrente de la flia. Lecube y alrededor de la primer plazoleta como no podía ser de otro modo se encuentra la tumba de Mariquita Sánchez, aquella que desde muy joven mostrara ser una pionera luchadora por los derechos de la mujer, solicitando que un representante del Virrey se presentara en su compromiso para oponerse al matrimonio planeado por interés por parte de sus padres. Tras una lucha legal logra casarse con Martín Thompson. La pareja durante las invasiones inglesas aprovecha sus conocimientos de inglés y pone su salón al servicio del espionaje en favor de los criollos, más tarde será la sede para las reuniones previas a la Revolución de Mayo, más tarde su tertulia se convierte en el escenario para inaugurar los acordes de nuestro Himno Nacional. Fue partícipe fundadora y luego secretaria y presidenta de la Sociedad de Beneficencia, aquella que se encargó de escuelas, hospitales, sala de partos públicos, asilos de alineadas, escuela de magisterio y otras instituciones de protección femenina en su larga vida, compuesta en su mayoría por mujeres con relevancia pública.
Muy cerca, como sucediera durante la vida, se encuentra con Remedios de Escalada, la joven aristocrática que conociera al futuro Gral. elevado a Padre de la Patria en las tertulias de Mariquita. Están lo suficientemente cerca como para susurarse secretos y penas de amor. Sobre la lápida de Remedios una frase reza "a la esposa y amiga" de Don José de San Martín, una de las tumbas más antiguas de este cementerio.
Evita descansa, luego de un doloroso, extraño y largo periplo en la bóveda de la Flia. Duarte, junto a su madre y sus hermanas, se accede a través de estrechos y laberinticos pasillos. Es una de las pocas tumbas que siempre permanece con flores, seguramente de sus fieles descamisados.
En la tumba de Luis Vernet, el primer gobernador nombrado por un gobierno criollo en Malvinas, nos podemos encontrar con los restos de su mujer, María Sáenz que lo acompañó desde 1829 hasta 1833 a afrontar las inclemencias de esos rincones inhóspitos aún embarazada de una niña, que nació en las islas y bautizaron con el nombre de Matilde, pero durante toda su vida fue llamada por la familia Malvina.
Por ese mismo sector encontramos los restos de Amalia Lacroze de Fortabat, heredera y dueña de un gran emporio empresarial que legara uno de los Museos más modernos y con una ingeniería de vanguardia que cuenta la ciudad de Bs. As. en la actualidad, emplazado en Puerto Madero, a metros de la Av. Córdoba.
En
aquel lugar que como dijera Discépolo, todos nos vamos a encontrar, descansan hombres
probos pero sepultados cerca de sus amantes, como el caso de Roca y Guillermina de Oliveira Cézar, la esposa
de su amigo Wilde.
Conviven figuras de la máxima aristocracia patricia con
personajes humildes como sucede con Catalina Docan, fallecida en 1863, que por
su vida dedicada al servicio con máxima honradez, a pesar de ser una
antigua negra esclava que sirviera como personal doméstico para una familia
distinguida del Buenos Aires de entonces, transgrediendo en parte las
convenciones sociales de la época, al constado del panteón familiar descansa
eternamente junto a sus patrones para seguir sirviéndoles en el más allá.
También allí encontramos los restos de Elvira Rawson de Dellepiane, la segunda mujer en recibirse de médica en la Argentina, participó auxiliando médicamente a los combatientes de la Rebelión del Parque de 1890, participante del Congreso Internacional Femenino que se realizó en Bs. As. en 1910, precursora junto a Alfonsina Storni, Cecilia Grierson y Alicia Moreau de Justo en la lucha por el voto femenino, recibió la Libreta Cívica Nº2, luego de la sanción en 1947 de la ley que otorgara los derechos políticos a las mujeres, creadora de un proyecto de ley de divorcio presentado por mesa de entrada que no prosperó hasta después de la última dictadura cuando una legisladora radical Florentina Gómez Miranda en la vuelta definitiva de la democracia lograra su sanción. Esta última también se encuentra en este cementerio, en el panteón conocido como de los radicales.
Por supuesto en el mismo cementerio descansan los restos de Sarmiento, el padre de la escuela, el malhumorado, y mujeriego hombre al que el pueblo argentino le debe la Ley 1420 que en 1884 establecía la educación primaria gratuita, gradual, laica, obligatoria y mixta para lo que impulsó la llegada de jóvenes maestras norteamericanas que tuvieron que sufrir en sus inicios el prejuicio de la clase dominante y los sectores católicos por ser de religión protestante. No obstante, las adversidades, trabajaron de sol a sol, establecieron escuelas primarias y escuelas de formación docente para iniciar la capacitación de las mujeres en este área. No sólo pronto se disminuyó considerablemente el analfabetismo, sino que también se le dio un instrumento de independencia económica a la mujer argentina, siendo una profesión aceptada socialmente para el género, que supone virtudes y habilidades especiales para cuidar de la niñez.
Si bien la mayoría de las señoritas de Sarmiento luego de un arduo trabajo retornaron a norteamérica, o por ser protestantes se encuentran en cementerios de disidentes o fueron sepultadas fuera de los cementerios públicos, Emma Nikolay de Caprile, que era católica y descansa en la Recoleta. Se quedó en nuestro país y eligió dejar sus restos en su nación de adopción en la que había sembrado en favor de la educación popular. Sin duda una de las tumbas más bellas y que transmite la dulzura y delicadeza de estas muchachas.
Sin embargo todas las sonrisas se las lleva el matrimonio de Tiburcia Dominguez López Camelo y Salvador del Carril, quien llegara a vicepresidente de la Nación. A pesar de tener siete hijos en común y muchos años juntos en las adversidades de los destierros y persecuciones políticas, diferencias económicas hicieron que terminaran separados, pero bajo el mismo techo su vida en común, y perpetuaron esa diferencias para la inmortalidad, dándose mutuamente la espalda.
También en éste cementerio se encuentra los restos de Felicitas Guerrero de Alzaga, en el panateón de esta familia, víctima de un femicidio en manos de Enrique Ocampo.
En los primeros pasillos encontramos los panteones de las familia Ezcurra y O´Gorman. En el primero descansa Josefa Ezcurra, la madre de un hijo de Belgrano y también estuvo su hermana Encarnación hasta que los restos de Juan Manuel de Rosas fueron repatriados, descansando ambos en el Panteón de la familia Ortiz de Rozas. Con respecto a los restos de Camila O´Gorman hay documentación en el Archivo Histórico General que sus restos quedaron en Santos Lugares pero también hay respaldo en los libros del cementerio asegurando que descansa en este cementerio, reclamado sus restos por su familia.
El final del recorrido fue delante de la bóveda de los Ocampo donde descansan las cinco hijas de la familia, tres de las cuales tuvieron una próspera y valiosa vida pública, estamos hablando de Angélica que se dedicó de lleno a las acciones de caridad, fundadora de FUNDALEU, Silvina poetisa y esposa de Adolfo Bioy Casares, y Victoria, la luchadora por la equidad de género, primera mujer en nuestro país en conducir sin compañia de hombre alguno, mecenas de artistas y literatos, a quienes les diera un lugar en su revista Sur, en contacto con artistas y personalidades internacionales logró que diplomáticos de todo el mundo reclamaran su liberación cuando Perón la encarceló.
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