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viernes, 17 de junio de 2022

Colonia Monte Grande

Colonia de Monte Grande


Primer asentamiento en            la colonia de 

Monte Grande


La colonia de Monte  Grande se formó luego que el cónsul inglés en estas tierras Woodbine Parish lograra el "Tratado de Amistad, comercio y navegación" en 1824, en el que se reconocía la independencia de las Pcias. Unidas y se declaraba libre culto para los habitantes de origen británico, es así que un grupo de escoceses presbiterianos que escapaban del hambre y las persecuciones de una Inglaterra  anglicana e intolerante de principios del siglo XIX se arriesgaron a cruzar el océano para afincarse en nuestras pampas. 

Los hermanos Jhon y William Parish Robertson, ya intalados hacía tiempo en nuestras tierras practicando activamente el comercio fueron los que actuaron como promotores de la colonia agropecuaria que se establecería inicialmente, según acuerdo con Rivadavia en tierras otorgadas en Enfiteusis, pero a la salida del poder del ministro los hermanos tuvieron que comprar  el territorio de tres estancias a Juan Gibson La de Monte Grande, a don Diego Barton  La de la Laguna y a Felix Castro una fracción  la de Santa Catalina que luego alquilarían a los colonos. Territorios que  hoy ocuparía  las localidades de LLavallol, Luis Guillón y Monte Grande. Distritos de Lomas de Zamora y E Echeverría. 

Se trataba de 6500 hectáreas o sea unas dos leguas y media con la ventaja de estar a cinco o seis leguas de Buenos Aires.

Colonia de Monte Grande

Cecilia Grierson
La doctora Cecilia Grierson en 1925, al cumplirse un siglo de dicha experiencia, decidió
escribir un libro con las anécdotas de este grupo de escoceses entre los que se encontraban sus abuelos. Por su formación y el conocimiento de que los colonos y sus familias conservaban la lengua inglesa en sus hogares, aún en el momento que ella se puso a escribir una reseña sobre ese proyecto colonizador, dudó en hacerlo en este idioma, porque tal vez algunos viejos escoceses todavía no entendían el castellano fluidamente, pero finalmente decidió hacerlo en castellano para que fuera más accesible para la población en general. Se trata del libro sobre "Colonia Monte Grande. Primera  y única colonia formada por los  escoceses en la Argentina" .

La misma Cecilia Grierson hace mención a una reseña anterior que considera incompleta y que se publicó en 1878 por Mr. James Dodds como "Records of the Scottish Settlers in de River Plate" que se elaboró a partir de artículos periodísticos, papeles y recuerdos familiares, de su pastor y anécdotas de algunos sobrevivientes de la colonia. 

Cecilia Grierson reconoce haber tomado datos de "The English in South América" y "Han Book of the River Plate" escritas unos sesenta años antes por M. E. Mulhall fundador de "The Standard". Y  de las obras de los hermanos Parish Robertson "Letters on Paraguay"; "Francia´s Rein of terror" y "Letters on Sounth América" como así también relatos de Woodbine Parish.

Según la doctora los propios Parish Robertson tomaron especial cuidado  en seleccionar la gente para la colonia, llegando a entusiasmar a parientes y amigos para que tomaran parte en la aventura.

La colonia se formó con el acuerdo del ministro de gobierno del gobernador de la Pcia. de Bs As.  Martín Rodríguez, Bernardino Rivadavia, en 1824 que quiso impulsar la agricultura en nuestras pampas. En un acuerdo previo se establece que el gobierno adelantará una suma de dinero  y prooverá herramientas y otros útiles que se entregarán  previo arreglo con los colonos para la devolución de lo recibido  en un período que no les fuera oneroso, que los colonos  no estarían sujetos a ningún cargo, deber, ni impuesto fuera de los comunes a los demás habitantes, que se les aseguraba libertad de culto, el permiso de formar una milicia y la tierra ocupada a perpetuidad..

Los Parish Robertson encargaron a William Grierson de comprar en Edimburgo herramientas, útiles y enseres más indispensables para los que no podían  costearlos personalmente y le encargaron de la administración. Se ha encontrado el detalle  de herramientas  para el trabajo de las huertas: guadañas, cabestros, arneses, látigos para carros, y herramientas para trabajar las chacras como arados y rastras, objetos de lomillería, monturas y dos carros con elástico, los primeros del país.

Jhon P. Robertson había vuelto a Europa en uno de sus barcos mercantes y lo hizo equipar para el traslado de los colonos.

Llegaron  alrededor de 200 familias enteras de todas las profesiones y oficios; 43 parejas de casados, 42 hombres solteros, 14 mujeres solteras y 78 niños partieron de Leith y después de un viaje de 78 días en la fragata "The Symmetryof Scarboro" llegaron al Río de la Plata. La llegada los recibió con la primer sorpresa, Buenos Aires no tenía muelle, se debía trasbordar a barcas y luego a las carretas de gigantescas ruedas para finalmente salir del río. No sólo eso sino que  ya Rivadavia no estaba en el poder, hasta el mismo Parish Robertson estaba ausente por negocios, así que nadie fue a recibirlos.

fragata en la que llegan los escoceses a Monte Grande



Llegaron a este suelo con ansias de trabajarla y poder sacarle, con trabajo duro, sus frutos.  Para ello a su llegada fueron trasladados en carretas de bueyes a la zona donde se establecería la colonia de Monte Grande.

Llegaron granjeros especializados, carpinteros, albañiles, agrimensores, un médico, un arquitecto, un pintor, dependientes comerciales, serruchadores, un alguacil, pintores, zapatero, cuidador de caballos, herreros, agrimensores, un matarife y 50 personas como  personal para servicio doméstico y obreros de chacra.

El terreno de Monte Grande y Santa Catalina era un cardal tupido al entregarselo a los colonos que sólo por ser emblema de su país perdonaron el trabajo  que les costó extirparlo. Mr. Tweedie, el jardinero principal de Santa Catalina, inventó una máquina que facilitó la tarea.

Colonia de Monte Grande

La flor de cardo es consideraba emblema de los escoceses.

Los colonos utilizaron el tala para hacer cercos vivos que les resultaban baratos y muy útiles.
Los campos incultos se transformaron en huertas, quintas; chacras y bosques; habiéndose platado millares de árboles frutales como de bosque.

Según Cecilia la mayoría de los colonos tenía una buena cultura intelectual: poseían conocimientos generales, sabían su literatura nacional, y aun los menos educados recitaban los versos de sus poetas escoceses. Su afición a la lectura les hacía aumentar su caudal de conocimientos durante toda su vida. La música de gaitas era bastante generalizada y algunos tocaban el órgano, especialmente en sus ceremonias religiosas. Eran muy debotos, dedicando los domingos a su culto.  
Sin embargo no fueron afectos a entrar en contacto con los habitantes del país  y mucho menos formar familia entre ellos; pues era boycoteado no solo en sus relaciones sociales, sino en sus industrias o actividades. Tampoco fueron afectos a aprender el español. Lo que parece haber sido recíproco ya que parece que algunos naturales del país consideraron "herejes" a los escoceses e hicieron rodar algunas calumnias sobre los colonos.

Entre el grupo de colonos como dije llegó el matrimonio de los abuelos de la primera doctora argentina:  William Grierson  de 32 años junto con su esposa Catherine Kelton Montgomerie y tres de sus seis hijos: William de10 años, Margaret de 2 años y Frances.Otras tres hijas habían quedado en Escocia al cuidado de su abuela materna: Jessie de 4 años ,Jane de 5 años y Catherine de 6 años. Jessie y Jane vinieron de adultas al país y aquí se quedaron, formaron sus familias y fallecieron en la Rep. Argentina. Catherine, vino al país pero se volvió después de dos años a Escocia, y allí falleció siendo soltera. En la Rep. Argentina, el matrimonio tuvo cuatro hijos más: James en 1825, John, el padre de Cecilia en 1828 apadrinado por uno de los hermanos Parish Robertson apellido que se le colocó delante del Grierson , Grierson-varón (en 1829, falleció a los 3 dias) y Marrion que nació en 1833.


En poco tiempo un censo mostró el aumento demográfico importante, no sólo debido al crecimiento vegetativo de los colonos, sino a la suma  de población criolla que se acercaba a fin de obtener trabajo como peones en el cultivo de frutas, verduras y hortalizas, crianza de animales de granja y en la producción lechera, en la cremería y fabricación de quesos.
 
Apenas  llegaron los escoceses hicieron gestiones para conseguir un maestro de escuela para los hijos de los colonos. Consiguieron que de Glasgow viniera el reverendo W. Brown para ejercer como pastor y maestro.




flor de cardo

Hacia 1828 los colonos de Santa Catalina eran 514 (de los cuales 326 eran escoceses y el resto nativos). Había 31 casas de material, 145 habitaciones, y 47 ranchos. Los sembrados cubrían 1.040 acres con durazneros y otras plantas; 2.148 acres cultivados con  trigo y maíz. y cercados, y 12.812 acres con pasturas. Los vacunos ascendían a 2.754 contando vacas lecheras, bueyes, y las ovejas eran 990.
 
 Fue en esas primeras chacras que aparecería los primeros panes de manteca envueltos en papel. También se le debe a estos colonos la incorporación del surky.

El tratado de amistad estableció que los súbditos británicos podían practicar su religión pública o privadamente y establecer cementerios y capillas. El culto presbiteriano es uno de los pilares de la cultura escocesa. El arquitecto Richard Adams construyó la primera capilla protestante en territorio Argentino.  En 1826 comenzó a funcionar la capilla en la chacra de La Laguna. Investigaciones recientes realizadas con detectores de metales y utilizando imágenes satelitales para tomar referencias en relación al Camino Real,  habrían encontrado clavos cerca del "tala abuelo" que se encuentra en una sobreelevación dentro de la Reserva Natural Laguna de Rocha de lo que se deduciría que allí estuvo emplazada la capilla.

Hasta no tener Consulado en Bs As, los matrimonios se celebraban a bordo de buques de esa nacionalidad.

 
Colonia de Monte GrandeEn la zona de Santa Catalina se construyó una edificación para los hermanos Parish Robertson donde en aquellos tiempos supo cobijar a los inmigrantes escoceses hasta que armaran sus casas con ladrillos cocidos y chacras. En la zona donde se estableció posteriormente la casona donde hasta hace pocos años  funcionaba el rectorado de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.  
Algunos de los árboles que constituyen todavía hoy el Bosque de Santa Catalina fueron plantados por ellos, robles, fresnos, encinas, olmos entre otros, es decir productores de madera para trabajos de carpintería. 


Desde la colonia  que proveía a Buenos Aires de productos de granja, verduras y  hortalizas limpias y clasificadas, quesos, dulces, jaleas y manteca higiénicamente elaborada, se inició en el país la plantación de papas, se implantó en la Laguna uno de los primeros molinos harineros, se comenzó con  la crianza de cerdos,  y se distribuyeron  416 hectáreas para árboles frutales.

Esta primer experiencia de inmigración y colonización en Bs. As. fracasó, en gran parte por el incumplimiento de los gobiernos de turno, recordemos que Rivadavia abandona el poder en 1827,  en especial en posibilitar la propiedad de las tierras que trabajaban en propiedad y entregar herramientas y  útiles necesarios. También tuvieron que hacer frente a una sequía y a una manga de langostas.
Se propagó entre los colonos un descontento porque no podían comprender que pudiera haber una fuerza mayor para el estado, que impidiera cumplir la palabra empeñada y como buenos presbiterianos consideraban la mentira y el engaño como las más reprochables acciones.
 Algunos de los colonos con buenos conocimientos de agricultura y ganadería se extendieron por otras zonas y se convirtieron de peón en patrón. Mientras que los que tenían oficios manuales se dirigieron a la ciudad donde prosperaron rapidamente. En reemplazo de los que fueron abandonando la colonia se emplearon nuestros paisanos, conocedores de las faenas campestres. Pero también se sumaron británicos engañados por otras firmas colonizadoras y británicos y escoceses que habían llegado antes de 1825. 

Finalmente la colonia fue víctima de ataques durante las guerras civiles lo que terminó de dispersar los colonos
 que quedaban.

 Aunque no terminó de prosperar como se esperaba, los escoceses no abandonaron el país, sino que se irradiaron hacia otros destinos.
Un grupo se radicó en San Vicente, otros en Chascomús, Temperley, Quilmes y Lomas, entre muchos otros destinos.

escoceses en Temperley


Casona de la familia Bell en Temperley, también ocuparon terrenos en Ensenada,
Punta Lara, Gonet hasta Villa Elisa es por eso que la zona se conoce como City Bell. 

Los hermanos Jhon y William Parish Robertson perdieron su fortuna, en 1831 vendieron la estancia Santa Catalina al señor Guillermo Tayleur y las estancias La Laguna y Monte Grande a Thomás Fair y regresaron a su tierra natal. Primero se fue Jhon y cuatro años más tarde William para terminar con la venta de sus bienes y regresó a su casa junto a su esposa.

viernes, 10 de junio de 2022

Historias sobre los hermanos Parish Robertson

los hermanos Parish Robertson
 

Jhon y William 

Parish Robertson 

estuvieron en todas


Los hermanos escoceses Parish Robertson, John y William tuvieron una intensa vida consagrada a los intereses británicos en Sudamérica.

Jhon llega al Río de la Plata a los 14 años, en medio de la Segunda Invación Inglesa, movido por la declaración de libertad de comercio declarada durante ese evento. Pero recae primero en Colonia del Uruguay hasta 1809 cuando logra pasar a Buenos Aires.

Con el tiempo invitará a su hermano William a sumarse,  su compañía fue una de las primeras que extendió sus actividades de manera directa a todo el territorio de las nacientes Provincias Unidas del Río de la Plata, vendiendo artículos manufacturados importados y comprando y vendiendo productos locales, especialmente sal, mate y tabaco. Luego también comercializarán con cueros. Por eso se los considera los primeros corredores de comercio de la Argentina.

los hermanos Parish Robertson

A fines del siglo XVIII ocurre un cambio muy  importante en el modo de hilar y tejer en Inglaterra que llevará a una revolución económica, social y política.  La produce la aplicación de la máquina  a vapor  en la elaboración de mercaderías.

En Inglaterra nace la concentración de capitales, el  levantamiento de fábricas, la producción a bajo costo, la sustitución del artesano por el obrero, el  surgimiento de ciudades industriales, el  despoblación de la campaña, la intensificación de las luchas de clases y el reemplazo del colonialismo directo por una forma indirecta de dominación.  

los hermanos Parish Robertson


Gran Bretaña que es dueña de una importante marina mercante fabrica mucho y a poco costo, y lo necesita colocar en el exterior pues colma en poco tiempo su mercado interno.  Lo consigue gracias al liberalismo doctrinario que abre las puertas del continente americano a sus producciones baratas.

Bernardino Rivadavia
Para esto nada mejor que condicionar la mentalidad de hombres como Rivadavia, que había sido enviado a Europa para lograr el reconocimiento de nuestra independencia, si fácil presa de las ilusiones del progreso y de los buenos negocios para concretar los designios del Imperio Británico.

Pero en los comienzos de su expansión en la primera década revolucionaria están en Sudamérica, los hermanos John y William Parish Robertson, comerciantes que en sus andanzas por la Argentina, Paraguay, Chile, Bolivia y Perú, tienen el privilegio de presenciar por raras casualidades los cosas más importantes de la revolución americana. Hay quien dice que Jhon Parish Robertson conoció a San Martín en Londres y luego los hermanos fueron testigos entre otros hechos de la Batalla de San Lorenzo, el primer enfrentamiento con los españoles que tiene San Martín y conversaron con él sobre los detalles de la batalla. Estas "raras casualidades", que deja entrever José María Rosa ,y su asidua correspondencia con un abuelo materno relacionado con el Servicio de informaciones británico, el Foerign Office hace pensar que nuestros hermanos Parish Robertson no sólo eran comerciantes sino derivaban información sobre Sudamérica hacia Gran Bretaña.

Se dice que los hermanos simpatizaron con la Logia Lautaro y la política liberal de los primeros gobiernos patrios.

Los desórdenes de 1820 los incitaron a regresar a Gran Bretaña. Pocos años más tarde, ambos hermanos regresaron a Sudamérica

William  Parish Robertson

William se había casado en Buenos Aires, de modo que continuó por varios años intentando sostener buenas relaciones con los 
estancieros y dirigentes federales porteños. En 1833 presenció el estallido de violencia suscitado a raíz de la Revolución de los Restauradores, que lo convenció de regresar a Londres junto con su hermano

Hacia 1820, se hizo evidente que el gobierno británico debería reconocer oficialmente las independencias americanas. Fue así que Canning, en 1822, resolvió enviar representantes a Buenos Aires, México y Bogotá con el fin de buscar tratados comerciales ventajosos a cambio de los reconocimientos. 

No sería casualidad que el primer diplomático nombrado ante el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata fuera Woodbine Parish que ejerció su mandato entre 1825 y 1833.. Estaba muy vinculado con la política exterior británica y el comercio argentino por medio de sus primos ,los  Parish Robertson, Parish fue el hombre elegido para poner en ejecución la política exterior de George Canning con respecto al nuevo e independiente gobierno argentino.

Woodbine Parsh  en 1833,  es reemplazado, aunque continuará como asesor de asuntos rioplatenses por el resto de su vida y en 1865 consiguió para su tercer hijo, Frank, el nombramiento al frente del consulado británico en Buenos Aires. Sería, luego, uno de los fundadores (y presidente durante un tiempo) de la Buenos Ayres Great Southern Railway Company (Ferro-Carril Sur), con sede social en Londres. Tras la muerte de Frank en 1906, su nieto Woodbine fue electo presidente del mismo ferrocarril 


Pero en  1824, Woodbine Parish fue designado encargado de negocios, con rol de cónsul general, en Buenos Aires. Haciendo uso de su cargo, finalmente, Parish firmó con García el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con las Provincias Unidas el 2 de febrero de 1825, que incluía el reconocimiento oficial de la independencia argentina por parte del gobierno británico y otorgaba a los ciudadanos ingleses en estas pampas la libertad de culto, dato importante a tener en cuenta cuando los hermanos Parish Robertson se embarquen en una experiencia de colonizacion con escoces presbiterianos.

los hermanos Parish Robertson


Fragata inglesa Symmetry que transportó a los escoceses que formaron la primer colonia en nuestras tierras.


Con respecto a la colonia Monte Grande formada en 1825 en tres estancias que no queda claro si compraron o adquirieron por Enfiteusis estos hermanos, será la primera colonia de inmigración en las Pcias. Unidas. En ella se levantaron viviendas de ladrillo, capinteria, herreria, posada y molino, el arquitecto Richard Adams construyó la primera capilla protestante en nuestras tierras en el actual territorio de la Reserva de Laguna de Rocha.

Reserva Laguna de Rocha Monte Grande

 Aumentó rápidamente de habitantes no solo por el crecimiento vegetativo sino porque se fueron acercando criollos para trabajar con ellos, lograron abastecer a Bs. As. de frutas, verduras, conservas y fueron los primeros en vender la manteca envuelta en papel. La prosperidad de la colonia parece llegar hasta 1829 cuando una sequía, el prejuicio generado por el bloqueo brasilero y el inicio de las guerra civiles hizo que los colonos se dispersaran a zonas más seguras y las tierras van a ser vendidas a Thomas Fair.


territorio de la colonia MOnte Grande




los hermanos Parish Robertson




Con respecto a los pormenores de la Colonia Monte Grande Cecilia Grierson escribió en 1925, cuando se cumplió un siglo de la experiencia, un libro en el cual me explayaré en otro post




No obstante el fracaso colonizador los hermanos Parish Robertson participaron del inicio de actividades del Banco de Descuentos (hoy Bco Pcia), gestionaron el Empréstito Baring Brothers  que se pactó por un millón de libras,  que serían destinados a construir el puerto de Buenos Aires y la fundación de pueblos y ciudades en la campaña pero  lamentablemente el estallido de la Guerra con el Brasil hizo que esos recursos fueran empleados en la contienda, y formaron con Rivadavia, Quiroga y García la “Famatina Minning Company” con la idea de atraer capitales británicos para la explotación minera, experiencia que fracasa.

La pcia. de Bs. As. ponía en garantía sus tierras públicas por lo que apreció el sistema de Enfiteusis por el cual se sedía tierras en arrendamiento. Lamentablemente este sistema terminó generando grandes latifundios en manos de las principales familias de la ciudad. Estas medidas tomadas inicialmente por Bernardino Rivadavia como ministro de gobierno de la pcia. fueron federalizadas cuando él accede a la presidencia.

En 1830, John Robertson regresó a Inglaterra; permaneció algunos años en Cambridge y después se retiró a la isla de Wright para trabajar con Williams, en sus libros sobre el Río de la Plata y otras regiones de Sudamérica; por varias razones, estas obras son fuentes muy para profundizar en la historia de este período; están recopiladas en dos grandes obras: Cartas sobre el Paraguay traducido al español en 1920 y Cartas de Sudamérica traducido al español en1952. 


los hermanos Parish Robertson

jueves, 19 de mayo de 2022

Las mujeres en la conquista del desierto argentino del siglo XIX

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio

 Se las llamó despectivamente “chinas”, “milicas”, “cuarteleras”, “fortineras” o “chusma”. Fueron las compañeras de los gauchi soldados en la conquista al desierto.


Cuando las leyes comenzaron a reclutar a los gauchos, para trabajar forzado  para algún propietario designado por el Juez de Paz, o enviarlos al servicio militar en los fortines, por el cargo de vago y mal entretenido, la mujer criolla partió detrás de sus hombres, ya fueran marido, hermano o hijos, convirtiéndose en las futuras fortineras.

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio
Mujeres argentinas en la conquista contra el indio



Fortín de Ranchos, con su corral de palo a pique para contener la caballada, su mangrullo y su comandancia hecha de barro y paja.

Estas mujeres prefirieron la vida en el cuartel que acompañarlo a trabajar obligado bajo un patrón de sol a sol, sin descanso alguno, charqui y tasajo como base de su alimento diario, que acompañaban con mate y tortas fritas, sirviendo ellas como sirvientas de los patrones y a veces sus hijas apenas adolescentes eran presa del patrón o  de sus hijos.


En el siglo XIX existía una frontera interna que dividía el territorio ocupado por los criollos y el ocupado por los indígenas que fue denominado desierto, no sólo debido a sus características geográficas de escases de vegetación, leña y agua sino por ser ocupada por el indio.

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio
Imágenes de la recreación del fortín de Saldungaray


 
La llamada “Conquista del Desierto” llevada a cabo por el Gral. Roca en 1879 fue la
culminación de una prolongada historia de relaciones ambiguas entre la sociedad blanca y los habitantes originarios de la Pampa y la Patagonia, separadas por una débil frontera armada por las líneas de fortines, que se fue trasladando con el tiempo. Pero a partir de la Organización Nacional se había decidido terminar con el indio, ya que éste se presentaba como un obstáculo para la inserción de nuestro país, en el concierto de naciones, con un papel agroexportador.

Al comienzo esos fortines conformados por un perímetro de palo a pique, y rodeados de fosos secos, con un par de ranchos que actuaban como comandancia, arsenal y barracas, custodiados por los infaltables mangrullos, solo contaron con una tropa en su totalidad masculina, principalmente reclutada en forma arbitraria por una “Ley de Vagos” que castigaba la bohemia vida del gaucho.

Pero de a  poco se fueron sumando algunas mujeres que ante la disyuntiva de hacer frente solas a la desprotección en la que quedaban en aquellos míseros ranchos, prefirieron seguir a sus hombres, algunos maridos, otros hijos o hermanos.

Al comienzo el poder militar las aceptó de mala gana, y las destinó a cocinar, lavar y remendar  uniformes, curar enfermos, asistir a los bailes pero también a los velorios y  rezar por el alma de los difuntos, entre otras tareas históricamente rotuladas como femeninas.

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio


 Pero ante las condiciones desdichadas a las que se  sometía a la tropa, cuando las deserciones comenzaron a diezmar el ejército improvisado, los mismos comandantes fueron dándole otro valor a “la chusma” que los seguía. Así la calificaron al comienzo, a las mujeres y los niños, que los seguían desde las retaguardias, arriba de prominentes atados de cacharros y pilchas, recibiendo lo peor de la polvareda. De a poco fueron consideradas a parte de la tropa.

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio

 El Estado termina favoreciendo  a estas “familias militares”,  las provee de raciones en los campamentos, de caballos en caso de viaje y se encarga de la educación de los hijos. Es que se dieron cuenta que estas familias que se habían formado por mujeres corajudas que llevando en brazos aún a sus hijos lactantes y que les siguieron pariendo y cuidando la prole a aquellos gauchi-soldados, se habían  constituido en el único sentido de lucha y regreso al fortín para aquellos verdaderos condenados, como dice Martin Fierro.

Se las llamó despectivamente “chinas”, “milicas”, “cuarteleras”, “fortineras” o “chusma”. Eran sí, mujeres humildes, en su mayoría negras, pardas y mestizas, pocas fueron las blancas, obvio de baja extracción social, analfabetas, no educadas, pero siempre respetadas. Aunque en su paso al cuartel aquellas mujeres perdieron sus nombres originales, todas terminaron llevando sus apodos, como “Siete ojos”, “La Mamboretà”, “La pocas pilchas”, “La pasto verde”, y “La Mamá Carmen” entre otras muchas.

Ahí iban ellas, detrás, a veces cantando melodías populares que se dejaban oír como ráfagas de alegría, mezcladas con el tintinear de los cacharros colgados de los flancos de aquellas cabalgaduras y el chillar de los niños.

Algunas vivieron 10, 20 y hasta 40 años en los fortines como “Mamá Carmen”, negra, de apellido Ledesma, acompañaba a sus hijos montada sobre un bulto, cebándoles mate, y cuando llegaba a un alto, toda la tropa hacía fila para comer sus tortas fritas, que amasaba sobre sus mismas pilchas, en las que se entremezclaban pelos de caballo y frazadas y algún que otro pedazo de tabaco mascado. Parece que la repulsión se dejaba de lado ya que esos mates y esas confituras era lo único que tenían esos soldados en camino.  Dicen que Mamá Carmen fue sepultando uno a uno, a sus hijos hasta que no le quedó ninguno, pero terminó sus días con el resto de la tropa.  Domiciana Correa, de Bahía Blanca, que llegó al Fortín junto a su esposo el sargento Contreras, tuvo 19 hijos, vivió 103 años y aún siendo octogenaria crió otros 10 niños; Mamá Culepina, una araucana afincada en el regimiento; Isabel Medina designada capitán por valor en combate; Viviana Calderón, nieta del cacique Manuel Grande, que vivió por muchos años en Azul.

Larralde recuerda a la Pasto Verde https://www.youtube.com/watch?time_continue=9&v=O62dT4Rzvdo&feature=emb_logo

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio

En  Plaza Huincul, el origen de la extracción del petróleo, cuentan las leyendas populares que se debe  a la  permanente queja de una vieja cuartelera “La Pasto Verde”, en verdad se llamaba Carmen Fuenes. Ésta  después de acompañar a las tropas desde Mendoza a Neuquén, como muchas otras prefirió  no volver a realizar el camino de vuelta y quedó asentada allí, estableciendo una posta para los viajeros que unían esos puntos. Parece que se hizo tan popular su lamento sobre que el agua de su acequia olía  a querosén que un día llegaron los ingenieros que ella guió hasta lo que fueron los primeros pozos petroleros de la zona.

 

Para más info http://profesorapatriciatatavitto.blogspot.com/2012/12/de-cuartelera-pionera-del-petroleo.html

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio

Historia de otra cuartelera Maria Albornoz

https://www.ensintesis.com.ar/maria-albornoz-cuartelera-del-9-de-caballeria/

Esta presencia de mujeres en los fortines se hará tan común que Demare y Fregonese guionarán una vieja y recordada película nacional, “Pampa Bárbara”, protagonizada por Luisa Vehil, Francisco Petrone y Enrique Muiño, en la que reflejan la historia de un comandante de frontera que iniciará una expedición hacia la pampa blanca para reclutar mujeres para afianzar así la permanencia de su tropa en uno de aquellos endebles fortines.

Ya no sólo hacen lo que se espera que hagan, sino que también saben calzarse el uniforme, tomar el cuchillo, el fusil, subir mangrullos y hasta hacer disparar cañones cuando las circunstancias lo pedían. Existen relatos de un comandante que entre sus ordenes incluía “abajo las polleras”, lo que activaba a estas mujeres para meterse el uniforme y ocupar un lugar más en la tropa, que más no fuera para meterle miedo al indio. Como muestra la película “El último Perro”.

Muchas de ellas pudieron ser acreedoras así de pensiones de guerra y hasta recibieron cargos militares por sus hazañas.

Es poco conocido el dato que en la expedición final, encabezada por Roca, divididos en varias columnas se calcula se movieron 6000 hombres y alrededor de 4000 mujeres.

De esta última avanzada resultaran tomados prisioneros miles de indígenas a los que, luego de usurpar sus tierras para beneficiar a una clase aristocrática aliada al poder,  se les disgregó la familia, para minar su orgullo y evitar la procreación. Cuentan que en Retiro, antiguo recinto de venta de esclavos, se  separaban las madres de los niños; muchos de los antiguos guerreros terminaron sus días en los ingenios azucareros de Tucumán, provincia de origen de Roca; mientras los más viejos o bravos fueron encerrados en la Isla Martin García, sólo tanta agua de por medio podía garantir su prisión. Allí por deficiencias sanitarias, de alimentación y falta de adaptación climática pronto murieron de tuberculosis, desnutrición y otras enfermedades.

Los viejos fortines se convirtieron en insipientes poblados y futuras ciudades, donde habitaron algunas viejas familias veteranas de las guerras contra el indio, entremezclándose con los nuevos inmigrantes que venían sedientos de cultivar nuestra tierra.

 

Con la Expedición del Gral. Roca se termina  la ocupación del desierto “bárbaro” por parte de un ejército que se creía portador de  “la civilización”, que venía a apropiarse de esas “tierras vacías” para ponerlas en producción.

 

Se logró la unidad territorial, se efectivizó el control de ese espacio  por parte de las autoridades y  leyes de la Nación,  la tierra en parte se convirtió en premios militares, pero la especulación de los sectores allegados al poder terminaron concentrándola en grandes latifundios que siguieron  enriqueciendo a una elite patricia que  sembró castillos en medio de la llanura.

 

Las damas de la Sociedad de Beneficencia seleccionaron indiecitos para incorporar a la servidumbre.

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio

Los diarios anunciaban la repartija de jóvenes: “Entrega de indios: los miércoles y viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad.”  Y las familias patricias y cristianas concurrían para llevarse aquellas almas, para ocupar puestos de mucama o personal de limpieza

 

En otros casos se enviaba a los niños para ser educados en el cristianismo a Órdenes Religiosas, esto fue lo que paso con Ceferino, inicialmente fue educado por los salesianos y viendo su devoción es enviado a Roma donde finalmente fallece, pero actualmente ha sido beatificado.

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio

Mujeres argentinas en la conquista contra el indio


Se alambró la pampa,  los viejos fortines se convirtieron en ciudades, se trazaron ferrocarriles y líneas telegráficas  que unían fácilmente las regiones productoras con el puerto, logramos insertarnos en la organización mundial de la economía como país agroexportador.

 

Cambió el paisaje, aparecieron los verdes de las arboledas, de los cultivos que abría el arado y  el de las pasturas artificiales para los nuevos ejemplares de ganado  que se mestizarán con nuestras viejas  razas  para convertirnos en el granero del mundo.

 

El  gaucho se convirtió en campesino,  a la fuerza.

Los pocos sobrevivientes originarios  fueron muriendo o perdiéndose en el mestizaje demográfico y cultural,  que se amplió con los millones de valientes idealistas que se animaron a atravesar el océano en busca de un  lugar mejor para vivir, y  de ese crisol de razas fue formándose la Argentina Moderna.

En fin esa Argentina que Esteban Echeverría, Alberdi y otros tantos hombres habían ideado y soñado desde hacia más de 50 años entraba a concretarse.

 Y como en otros momentos de la historia,  las mujeres volvieron a ser, “lo que debían ser”.  Claro que siguió acompañando al hombre,  pero en papeles más convencionales, subordinados, más ajustados a la mentalidad cristiano-occidental que la venera en tanto madre y esposa.

 

Películas recomendadas

“Pampa bárbara”. https://www.youtube.com/watch?v=YUKZU1FFCS4

 “Martín Fierro” https://www.youtube.com/watch?v=y-Olc5DfN_I

“Guerreros y cautivas”. Basada en una obra de Borges, buscar en Cine.ar

El Ultimo Perro https://www.youtube.com/watch?v=UGfnfXrjk3M


miércoles, 4 de mayo de 2022

Las cautivas de las pampas

Las cautivas de las pampas



Las Cautivas de las Pampas del siglo XIX

 



Mis primeros recuerdos sobre  historia local del distrito de Esteban Echeverría, donde habito, me remontan a la admiración de los primeros vecinos por este escritor. Él como pionero del romanticismo en el Río de la Plata, hacía una inolvidable descripción de esas tierras y sus pobladores en su Poema “La Cautiva”. Así que eso le sirvió para ser recompensado al designar  al nuevo municipio, y unos años más tarde se bautizará con el nombre de su obra al barrio obrero adyacente a nuestro hospital.

Las cautivas de las pampas
La cautiva, sin duda, será la figura de una de las mujeres prototípicas que habitaron el “desierto”, como
se llamaba entonces a estas tierras. Era un apelativo que conjugaba sus características geográficas y  la ausencia o escasa población “civilizada”, según el pensar  de esa época.

El  desierto durante gran parte del siglo XIX se iniciaba según la mayoría  de los autores en el río Salado,  pero con el transcurso de la centuria se fue corriendo  por  una hileras de pobres fortines y,  se prolongaba, interrumpida por algún manchón de población pionera,  hasta los confines cordilleranos.

Sin embargo, la cautiva  no será la única habitante femenina de estas tierras, convivirá con la mujer guacha, la indígena y la fortinera.

En esta investigación  tomo datos aportados  por autores de literatura, memorias e iconografía de ese tiempo y obras de arte plástico; además de fuentes de estricto carácter historiográfico.

Todas estas mujeres tuvieron un denominador común, aportar sus esfuerzos, renunciamientos y sacrificios, compartir y  hacer frente a la inmensidad inhóspita de las pampas, donde la vegetación era escasa, en consecuencia la sombra y la leña, el agua un recurso casi sagrado, donde reinan vientos  que levantaban una constante polvareda y  soles que marcan sus pieles. Cada una al lado de su hombre, sea criollo o indígena, simple gaucho o soldado,  por voluntad u obligada,  contribuirán a conformar los primeros centros urbanos e incorporar esa tierra, por siglos considerada botín de
guerra,  a la nueva patria que se estaba construyendo

Las cautivas de las pampas

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La importante mortandad en las tribus pampeanas hacia el siglo XIX, tanto por las acciones militares como por la viruela, generó en los indígenas la disminución de sus huestes y la necesidad de tomar entre otras piezas codiciadas, como botín de guerra, de sus malones, también a mujeres, y así aumentar sus  diezmados campamentos.

Las preferían jóvenes, para asegurarse la fertilidad, e incluso raptaron algunas cargando niños pequeños, para luego educarlos como parte de su pueblo.

Las cautivas se convertían en doble víctimas en aquellas tolderías. Por un lado atormentadas por el sometimiento sexual de los hombres, y por el otro,  la sobrecarga de  tareas y aún el maltrato por las indias que volcaban sobre las jóvenes sus celos ante la posibilidad  de que su viejo compañero las desplazara en su preferencia por la nueva.

Alguna vez me dieron una explicación ingenua, según la cual, esas cautivas blancas que en los cuadros se las mostraba casi inconscientes, débiles, agotadas como fruto de una oposición inútil,  permanecían al lado de su captor, torso desnudo y musculoso, en medio de alaridos y retumbar de los cascos de los caballos, por admiración.

Muy lejos de la verdad quedaban esos mitos. La cautiva llegaba desfalleciente, luego de la pelea por resistirse, después de días de correrías y se le tajeaban los pies, para que una vez recuperados sus ánimos, cuando todavía estaba fuerte, no pudiera escapar. Después de ser intercambiada entre los guerreros, y de un sometimiento feroz, cuando cicatrizadas las heridas, generalmente ya llevaba en su vientre un mestizo, lo que la hacia abortar la idea de abandonar la toldería, no sólo por el miedo a no encontrar el camino de regreso, sino también porque sabía que no podría encontrar comprensión  y contención por parte de su antigua familia.

Las cautivas de las pampas
La victima, la mujer blanca, se presenta desnuda e indefensa frente a la naturaleza, y se justifica el exterminio de sus salvajes victimarios. Pero es el cuerpo de la mujer el lugar de conquista, el territorio a poseer y vejar.


Solo restaba quedarse en el campamento nativo, aceptar las humillaciones y malos tratos, tanto de sus raptores como del resto, para los que no dejaba de ser una prisionera de guerra, una esclava despreciable y objeto de venganzas históricas.

La cautiva debía compartir la comida, los lechos de pieles y las tristes faenas domésticas con las chinas viejas que las golpeaban y maltrataban haciéndole la vida imposible para demostrar que eran ellas las señoras de la casa.

El mismo Martín Fierro cuenta haberse encontrado en medio del desierto una china, que supo “cristiana”, protegiendo entre sus brazos a un pequeño, asqueada de los malos tratos, prefirió adentrarse en la inmensidad inhóspita e intentar regresar a la civilización. Ella le describió sus sufrimientos, pero todavía le quedaba unos más, pensar que a su niñito crecido se lo quitaran “para venderlo a otra tribu a cambio de un potro.”

Las cautivas de las pampas
La cautiva recuperada de Blanes sufre.


El apego de la cautiva por sus mestizos era lo que explicaba  que muchas de ellas cuando entraban las comitivas militares prefirieran quedarse y no ser restituidas a la civilización, no por amor a sus amos indígenas, quienes les permitían el regreso “pero sin sus niños”, sino por el sentimiento  “al fruto que no buscó y le quiere con sacrificio”.

Los partes militares dejaron nombres de alguna de ellas. Tal vez sea la de Dorotea Bazán la historia más conocida gracias a la canción de Félix Luna y Ariel Ramírez. Conocida como Likán (Luz de Piedra) había sido cautiva,  por siete años y parido tres veces, dos de sus hijitos habían muerto y el tercero, ya grandecito había podido escapar al ingreso de las tropas. Dorotea, avenida en Likán, se resistió a los argumentos de los soldados y una noche se fugó detrás de su hijo ranquel.

Cafrune también le canta a la cautiva y muestra las rencillas entre mujeres que se producían cuando el indio tenía predilección por una cautiva joven


Lucio V. Mansilla en  “Una excursión a los indios ranqueles” rescata una historia similar, se trataba de Fermina Zárate, que no se va, ya que el Ramón… no le permite que se lleve a sus hijos, por lo que renuncia a su salvación.

Las cautivas de las pampas


Cautiva de Manuel Blanes.Ella mira hacia arriba con gesto de suplica, pero esta abandonada, vencida, perdida en la pampa. Hay una luz diáfana que la deja mas al desnudo. En el horizonte hay otros testigos de su tragedia, quizás también victimarios.

 

Pero “La cautiva” de Esteban Echeverría, es la típica heroína romántica, María, se distingue de entre todas,  había sido tomada prisionera, pero no aceptó un destino de humillación. Aprovechando la borrachera  de los indios por el festejo con que celebraron el éxito de su expedición, decide liberar a su esposo, Brian, que se encontraba estaqueado, enfermo y abatido. La pareja tendrá que hacer frente al desierto, refugiarse en un pajonal del que tendrán que escapar para evitar el fuego, hacer frente a un tigre, cargar con su hombre agonizante en medio de delirios, darle sepultura, pero sigue,… llevando como único consuelo el poder reencontrarse con su niño. Al final del poema se encuentra con una partida de soldados que le informan que su hijito había  sido degollado por los salvajes. Ya nada le daba motivos para permanecer viva y en lucha, ella que se había enfrentado a tantos peligros, cae desplomada en el suelo, entregándose  a la muerte contra la que había combatido heroicamente.

Pastor Obligado rescata la historia de Doña Encarnación Rincón y su prima, aquella había gritado por última vez frente al degüello de su padre por parte de los bárbaros. Restituida a la tierra de blancos, de regreso  de las tolderías, después de diez años,  se mantenía muda  y tejedora.

Si bien Echeverría,  Rugendas, Hernández, Della Valle mostraron  esa imagen de la cautiva blanca frágil, presa del salvajismo del indio, de la que tampoco escapó el mismo Borges,  en su cuento “Historia del guerrero y la cautiva” en el Aleph,  esa es sólo una parte de un doble cautiverio que se vivió en la frontera, y  que sirvió para justificar las expediciones militares criollas  del siglo XIX.

Las cautivas de las pampas

Una vieja fotografía de las maniobras militares en la conquista al desierto.


También se dieron situaciones al revés, indias que al ingresar las tropas a las tolderías, viéndose desguarnecidas por sus hombres que habían huido, y para evitar prisiones, preferían acompañar a algún soldado cristiano solo, pasando a constituir una familia más dentro del cuartel. Verdaderos “malones al revés”, del que surgirán “casamientos militares” obligados pero vendecidos por los capellanes del ejército.

Las cautivas de las pampas

Es ésta “La Cautiva al revés” que esculpe Lucio Correa Morales en 1906.


Las prisioneras indias eran repartidas entre la tropa de hombres solos. Claro está, entre los soldados, los cuadros de oficiales debían distinguirse y no entraban en esas uniones que no dejaban de ser entre seres más o menos igualmente bárbaros para el positivismo imperante en el momento.

El propio Lucio V. Mansilla cuando se encontraba encabezando un fortín que debía avanzar hacia la frontera del río Quinto recibió una comitiva de los llamados “indios amigos” y dicen,  supo conquistar a una china llamada Carmen, mestiza, de la que supo sacar informes para lograr el éxito de su expedición a “tierra adentro”. Al poco tiempo de convivencia en el fortín ella tuyo una hija “mal habida”, como se decía cuando era de padre desconocido, pero el comandante generosamente, resolvió, ante el bautismo  convertirse en el padrino de la beba. Y así la China Carmen y su hija se incorporaron  a la guarnición blanca, aunque en una situación clandestina.

 

 

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