Mausoleo del Gral. San Martín en la Catedral de Buenos Aires
El Gral San Martín fallece en Boulogne Sur Mer, Francia, país al que había llegado luego de un exilio voluntario comenzado en 1824. En ese momento final, estuvo acompañado por su hija Mercedes y su yerno, Mariano Balcarce, quien fue portador de su deseo póstumo: que sus restos descansaran en su Patria.
El año1850, corresponde a pleno período rosista en Bs AS. Su yerno, con tareas diplomáticas en ese país informa al gobierno argentino el fallecimiento del Gran General y su deseo de regresar a su Patria. Acompañaba la misiva con el sable curvo de San Martín. El Gran Capitán por la defensa que hace Rosas de nuestra soberanía en la Vuelta de Obligado le lega su sable. Éste mando decir que cuando se pudiera se efectuaría el traslado, mientras tanto el féretro quedaba en Notre Dame de Boulogne.
La llegada a la ciudad de Buenos Aires de los restos del general José de San Martín, que había fallecido el 17 de agosto de 1850, recién se hizo 24 de mayo de 1880. Venían en el Villarino, un buque de transporte a vapor que hacía su viaje inaugural, y que había zarpado de El Harve semanas atrás.
Luego de treinta años de su fallecimiento, se cumplía la cláusula que el Libertador había dispuesto en su testamento, de que "desearía que mi corazón fuese depositado en Buenos Aires".
Los restos del general descansan en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral Metropolitana, custodiado permanentemente por dos granaderos. Las reliquias fueron recibidas por el presidente del momento Nicolás Avellaneda y con Sarmiento que fue el presidente en el que se iniciaron las tratativas para la sepultura final.
Se dice que la Iglesia se opuso a que descansara dentro de la planta del templo, supuestamente, lo avalaban los cánones apostólicos romanos: San Martín era masón, y como tal no podría ser alojado en un lugar consagrado. Sin embargo, San Martín descansa en la Capilla de Nuestra Señora de la Paz fuera de la planta de la catedral pero unida por un arco de medio punto que la une a la nave derecha de la basílica dando la sensación de estar dentro del templo.
La idea primordial fue depositar los restos en la Catedral porteña. El monumento
que contiene al Libertador está hecho, casi en su totalidad, en mármol rosado,
mientras que la base es de mármol rojo de Francia y la lápida de mármol rojo
imperial. El sarcófago es de color negro belga.
Los restos de San Martín se encuentran rodeados de tres esculturas femeninas, que representan a cada uno de los países que éste liberó: Argentina, Chile y Perú.
Junto a él se hallan las urnas con los restos de los generales Juan Gregorio Las Heras y Tomás Guido y los del Soldado Desconocido de la Independencia.
Otro mito esta relacionado con el tamaño del féretro que acompañaba
el cuerpo embalsamado del general, parece que era mayor al espacio que estaba reservado para él, por eso se encuentra ligeramente con la cabeza inclinada hacia arriba, mientras que otros dicen que estaría con la cabeza hacia abajo por su pertenencia a la masonería-
La capilla la realizó el arquitecto sueco Enrique Aberg que pertenecía
al Departamento de Ingenieros Civiles de la Nación, según proyecto aprobado por el Consejo de Obras Públicas.
Al igual que la arquitectura de ese momento, se inspiró en edificios de la antigüedad romana y del renacimiento. El techo de la capilla es una cúpula con casetones decorados con dorado a la hoja y en el centro un plafón con cristales emulando el sol.
De pronto, aparecieron siete jinetes. Eran siete viejos granaderos vestidos con uniformes gastados en cientos de combates, remendados, descoloridos. Aparentemente, nadie los había convocado. Ellos, respetuosamente, se incorporaron a la escolta de los restos hasta la Catedral Metropolitana.
Una vez ahí, montaron guardia ante el mausoleo de su ilustre jefe.
Permanecieron hasta la mañana siguiente cuando, sin aspavientos,
desaparecieron con la misma actitud con la que habían aparecido.
A San Martín no le hubiese extrañado el gesto. El decía que "lo que mis
granaderos son capaces, sólo lo se yo, quien los iguale habrá,
quien los exceda, no…"
Ese el origen del por qué son siete los granaderos que montan guardia.
Fue Julio A. Roca en su segunda presidencia que recreó el regimiento y desde José Figueroa Alcorta que es escolta presidencial.
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