Había una vez una criatura en un tiempo muy muy lejano, en un lugar muy
distante, EDUCADA en medio de deberes, represiones
y prohibiciones.
En su mundo sólo había dos
lugares de luz: la escuela y los libros… con ellos su imaginación la
transportaba a estar en otros sitios,
con otras gentes, hasta podía jugar con princesas remotas, acompañar a heroínas
de cuentos, suspirar por aquellas que habían logrado zafar de su prisión por un
valiente y guapo príncipe azul,… para casarse, ser felices y comer perdices. Ávida devoraba cuentos en los que ellas eran débiles y necesitaban ser rescatadas por príncipes azules, y así crecía mientras pasaba sus noches de insomnio transportándose hacia reinos fabulosos.
En sus juegos experimentaba ser maestrita con
sus muñecas, la ponía en fila y retaba si no
tomaban distancia, luego escribía la tarea en la pizarra y las ponía a trabajar, mientras sentada en el
escritorio ella ensayaba el garabato del bien de sus maestras.
Y así fue creciendo en medio de rígidos mandatos de crianza y cuentos de princesas, rezándole a su Dios para que la
convirtiera en una mujer buena y feliz. Pero cuando estaba en el último escalón
para ser maestrita, un día le dieron
permiso para salir y conoció un muchacho alto, fuerte, con un impecable traje
azul, con cuello y puños rojos, con galones dorados y charreteras celestes y
blancas, un soldadito con cara de bienhechor. Él tenía un poco más de veinte años y el pelo muy corto y formaba parte de un ejército loco, diría Charly.
Fue verse una vez, cartearse una
cuantas, telefonearse un par y al encontrarse, la maestrita ya se sentía enamorada y comenzaba a soñar despierta.
Pero las maestritas no fueron
preparadas para afrontar la vida con soldaditos imaginarios. Pronto llegaron las misiones mutuas que los separaron, primero no tan lejos, luego del otro lado del
océano, y allí estaba la maestrita, en cada partida y cada regreso.
Sin más, él al medio de la estepa, y ella en su casa suspirando, rezando, escribiendo cartas, recibiendo y releyendo otras, y esperando, siempre esperando.
Sin más, él al medio de la estepa, y ella en su casa suspirando, rezando, escribiendo cartas, recibiendo y releyendo otras, y esperando, siempre esperando.
Al año la maestrita le propuso vivir en un reino más cercano: pero él se negó, en su cabeza no había esos permisos. Ella quedó patitiesa, no supo que hacer, ¿debería darle más tiempo quizás? ¿tal vez
menos presión?, después de todo sólo había sido recién un año de amar y esperar.
Y luego otro, y otro y no sé cuántos más. Él siempre marchando, ella siempre quedando.
Sin dilación llegó una gran
misión, muy difícil y peligrosa, tanto
que sólo se podía ir con un casco azul. Allá se fue el soldadito
imaginario, lejos, a la isla a donde arribó Afrodita, para enfrentarse con
monstruos y con dragones. Mientras la maestrita rezaba, suspiraba, esperaba, recibía
cartas, escribía respuestas… y como siempre, estaba en su partida y a su arribo.
El miedo de la tonta señorita
enamorada se disipó al escuchar que regresaba sano y salvo. Entonces se preparó
para la ocasión. El encuentro fue muy
feliz, tanto que ambos se abrazaron muy muy fuerte, él se animó a besarla y a
prometerle "pasar una semana" juntos.
Todo fue felicidad... hasta que se fue acercando el día del encuentro. Ella decidió ser prudente y esperar, no tomar la iniciativa, para no inhibirlo. Tras el tiempo vencido intentó ubicarlo y no se encontraba ni en el reino de los tontos soldaditos imaginarios, ni en el castillo de los príncipes azules, simplemente se había esfumado, como los genios de las lámparas mágicas.
Soldado que huye, sirve para otra
guerra, dicen.
La maestrita lloró y lloró, hasta
que casi se ahoga en el lago que formaron sus propias lágrimas. Recién entonces, tomó todas las cartas que estaban numeradas y
atadas con cintas de distintos colores y se las envió al cuartel de los tontos
soldaditos imaginarios.
No hubo respuesta por meses, ni años. Sólo para su cumpleaños la tonta maestrita imaginaria recibía una postal
sin remitente de salutación vaya una a saber desde que tonto reino.
Cuando la maestrita al fin se dió
cuenta que el soldadito no vendría por ella, que no hay príncipes azules ni
finales felices comiendo perdices,…ta tan… una muestra de vida en el frente.
Y allí de nuevo, casi diez años
después del inicio, empieza todo nuevamente… intercambian cartas y llamados por meses hasta que por fin se da un reencuentro. Todo se sentía igual,
el soldadito le seguía erizando la piel a la señorita, como el primer día. Se
abrazaron y besaron, y dicen los
aldeanos que de la torre donde se ocultaron salieron fuegos de artificio esta
vez. El reino entero se alegró.
Entonces el tonto soldadito
imaginario le propuso matrimonio a la tonta maestrita imaginaria, ¡la condición
no incluye divorcio!, dijo él, porque
así se lo marcaba su Dios, -¡así no! dijo la tonta maestrita imaginaria que le
rezaba al mismo Dios, pero creía que podía entender de tropiezos y reintentos.
Ante tremenda desavenencia él se marchó y la
tonta maestrita imaginaria se sumergió en muchas escuelas, centenares de alumnos, montones de
correcciones, millares de planificaciones, múltiples cursos de
perfeccionamiento, todo lo que no le
permitiera recordar al tonto soldadito imaginario.
Diez años después, la maestrita no pudo con la añoranza, y empezó a contar su
historia de amor frustrado, y tanto le recomendaron que buscara a su soldadito, que
lo hizo, y lo encontró.
Y comenzaron las llamadas, los
chat, los mail, los mensajitos… hasta que el soldadito la invitó a su fortaleza
en el reino de las montañas de los vientos permanentes, ¡sí el soldadito estaba a cargo de
muchos otros que le obedecían y admiraban por su coraje, valor, y alguna otra cosa de
las que dicen los códigos militares que debería tener!
La maestrita no cabía del
asombro, ahora sí serían felices y comerían perdices. Ambos ya cargaban canas,
él un divorcio y un hijo lejos, pero ella estaba dispuesta a dejarlo todo, como
hacía veinte dos años atrás.
Tras un agotador viaje en carruaje la maestrita llegó al reino donde el tonto soldadito vivía. El imaginario príncipe azul recibió a la
maestrita, le dio una recorrida por el castillo y la encerró en la torre, no podía recorrer el feudo caminando, nadie debía verla, sólo podía salir de
allí de noche en el caballo negro que se encontraba delante del puente levadizo. En la
torre le tiró un colchón en el piso y le dio un plato, trabó las puertas del
patio de atrás para que ningún soldadito la viera.
Al pobre soldadito imaginario
como portaba siempre su armadura, ésta se le oxidó, y le averió el corazón. Aunque con sus besos seguía erizándole
la piel a la tonta maestrita enamorada como el primer día, esto no le alcanzaba. Entonces pensó en seducirlo,
demostrándole que podía ser una buena mujer. Escapó de la torre y sin permiso abrió los postigos de las ventanas del castillo,
manguereó las paredes para quitar tierra y telarañas, desenvolvió la vajilla, fue
de compras y llenó la heladera, ordenó y
llenó la despensa, cocinó, y frizó comida, recogió flores silvestres y puso música, puso vida en esa fortaleza sombría e hizo
todo lo que debía hacer una "buena mujer".
Pero no existen las historias de amor como en los cuentos.
Una vez más el tonto
soldadito imaginario dijo: "¿qué has hecho?", “tengo miedo”, "no estoy preparado", “me asustás”, vuelve a tu reino, yo
me quedo en el de NUNCA JAMÁS, en una cabaña, en medio de montañas con un cartel en el cerco que diga "CUIDADO CON EL DUEÑO".
ESTO ES LO QUE PUEDE PRODUCIR LA
ADICCION A LAS LECTURAS O PELICULAS ROMÁNTICAS.
SI SOS MADRE, MAESTRA O SIMPLEMENTE TIENES NIÑAS A TU CUIDADO COMIENZA A BUSCAR OTRO TIPO DE MATERIAL PARA ELLAS, INICIA EL PROCESO DE Desprincesación . LAS NIÑAS NO PUEDEN SER CRIADAS Y EDUCADAS PENSANDO QUE ALGUN DÍA LLEGARA UN PRÍNCIPE AZUL QUE LAS COMPLETARÁ, PORQUE ELLAS YA ESTAN COMPLETAS, ESO DE LA MEDIA NARANJA YA NO VA TODAS SOMOS NARANJAS ENTERAS, Y PODEMOS Y DEBEMOS SOÑAR NUESTROS PROYECTOS DE REALIZACIÓN PERSONAL INDEPENDIENTEMENTE DE ENCONTRAR O NO UN COMPAÑERO DE VIDA.
SI SOS MADRE, MAESTRA O SIMPLEMENTE TIENES NIÑAS A TU CUIDADO COMIENZA A BUSCAR OTRO TIPO DE MATERIAL PARA ELLAS, INICIA EL PROCESO DE Desprincesación . LAS NIÑAS NO PUEDEN SER CRIADAS Y EDUCADAS PENSANDO QUE ALGUN DÍA LLEGARA UN PRÍNCIPE AZUL QUE LAS COMPLETARÁ, PORQUE ELLAS YA ESTAN COMPLETAS, ESO DE LA MEDIA NARANJA YA NO VA TODAS SOMOS NARANJAS ENTERAS, Y PODEMOS Y DEBEMOS SOÑAR NUESTROS PROYECTOS DE REALIZACIÓN PERSONAL INDEPENDIENTEMENTE DE ENCONTRAR O NO UN COMPAÑERO DE VIDA.
LA HISTORIA QUE SE RELATA ARRIBA ES
REAL, EL EJERCITO ACABA DE ASCENDER Y CONDECORAR AL TONTO SOLDADITO IMAGINARIO DESTINANDOLO A CURUZU CUATIA, Y DE LA TONTA MAESTRITA IMAGINARIA NADA SE SABE. ENTREGO SU VIDA A UNA QUIMERA NUNCA LE DIO OPORTUNIDADES A OTRO HOMBRE PARA ACOMPAÑARLA.
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