Ramón Carrillo
se destacó
como Médico y gran
sanitarista
El Banco Central Argentino junto con la Casa de la Moneda diagramaron en febrero del 2023 nuevos billetes de dos mil pesos. En el mismo aparecen en su anverso las efigies de dos importantes médicos argentinos: Cecilia Grierson y Ramón Carrillo, mientras que en el reverso se podrá ver el edificio del Inst. Malbrán con el fin de “conmemorar el desarrollo de la ciencia y
de la medicina en la Argentina”
Nacido en 1906 en la Madre de ciudades, Santiago del Estero, en el seno de una familia acomodada. Su padre, egresado
de la Escuela Normal de Paraná, fue docente del Colegio Nacional de Santiago
del Estero, periodista y tres veces diputado por el conservadurismo, siendo un
referente provincial del General Julio Argentino Roca.
Cursa la primaria y secundaria en Santiago pero se traslada a Buenos Aires, decido a abrazar la carrera de Medicina. Estudió con entusiasmo la carrera y obtuvo, al recibirse
en 1929, la Medalla de Oro al mejor alumno de su promoción. Desde estudiante se
inclinó hacia la neurología y la neurocirugía,
colaborando con eminentes neurocirujanos del momento y una vez recibido se inclinó definitivamente a estas especialidades y logrando una beca universitaria para
perfeccionarse en Europa, donde trabajó e investigó junto a los más destacados
especialistas del mundo,
Retorna a Buenos Aires en la convulsionada Década del 30 y toma contacto con figuras emblemáticas del pensamiento nacionalista
de auge en aquella época: Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Armando
Discépolo y Enrique
Santos Discépolo.
Desde el punto de vista de la medicina se asocia con la escuela
neurobiológica argentina activa en el Hospicio de las Mercedes y el Hospital de
Alienadas, luego llamados Hospital José T. Borda y Hospital Braulio Moyano respectivamente.
Durante esos años Carrillo se dedicó únicamente a la
investigación y a la docencia, hasta que en 1939 se
hizo cargo del Servicio de
Neurología y Neurocirugía del Hospital
Militar Central en Buenos Aires. Este empleo le permitió
conocer con mayor precisión la realidad sanitaria del país. Tomó contacto con
las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar, procedentes de
toda la Nación, y pudo comprobar la prevalencia de enfermedades vinculadas
con la pobreza, sobre todo en los aspirantes de las provincias más postergadas. Hizo un relevamiento estadístico que determinaron que el país sólo contaba
con el 45% de las camas necesarias, además distribuidas de manera desigual, con
regiones que contaban con 0,001 camas por mil habitantes, mostraba el estado de postergación
en que se encontraba gran parte del interior de su país.
En 1942 Carrillo ganaría por concurso la
titularidad de la cátedra de Neurocirugía de la Facultad de
Ciencias Médicas de la UBA.
A pesar de un breve coqueteo con los conservadores tras el golpe del 43 Carrillo conoció en el Hospital Militar al coronel Juan Domingo Perón, con quien
compartía largas conversaciones y pudo volcarle sus inquietudes sanitaristas. Es el coronel quien convence al Dr. Ramón de colaborar en la planificación de la política sanitaria de ese
gobierno nombrándolo secretario de Salud, continuando en su primera presidencia y después de la reforma constitucional se convierte en el Primer ministro de Salud de la Nación.
Carrillo había advertido de la vinculación entre calidad de vida y Salud, minimizando el
“rol” de los “microbios”. Para él la Salud se convierte en Derecho, las
determinaciones sociales anticipando al evento sanitario (enfermedad o muerte), y la necesidad de un sistema de carácter universal y federal, redistributivo, integral donde el estado cumpliera un rol relevante.
El doctor Carrillo obtuvo la atención de Evita, coordinó su accionar con su Fundación y contribuyó a consolidar su obra sanitaria. Logró así llevar a cabo una transformación en la salud pública del país. No sòlo se crearon hospitales sino también hogares escuelas, hogares para ancianos, institutos formación en enfermería.
Su gestión se caracterizó por dar prioridad al
desarrollo de la medicina preventiva, y decía "De nada sirven las conquistas de la técnica médica, si esta no puede llegar al pueblo por medio de dispositivos adecuados" y se procupó por optabilizar la
organización hospitalaria estatal.
Durante sus ocho años de gestión de Salud creó quinientos nuevos establecimientos sanitarios y hospitales y policlínicos públicos, creó el Instituto de Gastroenterología, Hemoterapia y de
Dermatología en capital, es decir que aumentó el número de camas existentes en el país, de 66.300 en
1946 a 132.000 en 1954. Se estableció la atención gratuita para toda la población.
Se
realizaron campañas masivas de vacunación (antivariólica y antidiftérica) e impuso la obligatoriedad del uso del certificado
de vacunación para las escuelas. Se erradicaron enfermedades endémicas
como el paludismo y se terminó con las epidemias del tifus y de la
brucelosis; se redujo el índice de mortalidad infantil y se impulsó la incorporación
del tren sanitario que recorría todo el país durante 4 meses haciendo
análisis clínicos, radiografías, asistencia médica y odontológica.
Se implementaron campañas masivas a nivel nacional
contra la fiebre amarilla, las enfermedades venéreas y otros flagelos. Se crea EMESTA, la primera fábrica nacional de medicamentos, que funcionaba en el Instituto Malbrán y producía medicinas un 70% más baratas que las de los laboratorios privados. y apoya a los laboratorios nacionales por medio de incentivos económicos
para que los remedios pudieran estar disponibles para la mayoría de la
población.
Las estructuras de varios hospitales que comenzó a
construir durante su gestión fueron abandonadas tras su alejamiento del Ministerio
y nunca fueron habilitadas, muchas fueron derribadas o abandonadas. Como
ejemplo de ello, el Elefante Blanco tenía como objetivo
ser el hospital contra la tuberculosis más grande de Latinoamérica, pero nunca se llegó a terminarse. Lo mismo pasó con el conocido como Albergue Warnes que pretendía dedicarse con exclusividad a la atención de niños.
"El mejor plan de salud es agua corriente y cloacas" repetía Ramón Carrillo por los años 50, también decía; "(...)un pueblo de enfermos no es ni puede ser un pueblo digno" y "Mientras los médicos sigamos viendo enfermedades y olvidemos al enfermo como una unidad biológica, psicológica y social seremos simples zapateros remendones de la personalidad humana"
Él estuvo detrás de los Torneos Evita y el establecimiento de las características de salubridad de la edificación social.
Las farmacéuticas y sectores de poder exigieron la renuncia de Carrillo porque él se metió con sus intereses económicos desarrollado la empresa de producción pública de medicamentos; se metió también con las condiciones de higiene y seguridad en el trabajo, con lo cual se tuvieron que modificar procesos productivos que dañaban a los trabajadores.
Carrillo se tuvo que exiliar en Brasil, con sus bienes embargados, y acusado de corrupto, muere a los 50 años y sus restos retornaron al país en 1972.
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