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jueves, 25 de julio de 2024

La Candelaria un castillo en medio de la pampa

 

Estancia La Candelaria.

Una vida de reyes en medio da la

llanura pampeana.

Candelaria















La Candelaria es uno de los grandes castillos que se pueden descubrir en medio de nuestra llanura pampeana. Es la  muestra contundente de la riqueza que la familia Piñeiro del Mármol, pero a pesar de los detalles exquisitos  que los rodeaba no puedieron vivir  con felicidad. 

Todo se inició en 1840, cuando los hermanos Orestes  y  José Piñeiro, que poseían boticas en Buenos Aires y en Lobos, compraron los primeros lotes en el cuartel sexto del partido, e hicieron los primeros intentos de explotación pecuaria con ovejas de las que se exportaba la lana y se hacía el tasajo para exportarlo a Cuba y Brasil porque tenían numerosa población de esclavos. Orestes luego  adquirió 12 mil hectáreas de la estancia Los Pontones y la rebautizó con nombre de su esposa, Candelaria del Mármol. Hay una leyenda que rescata que  ni  los barcos ni las estancias deben cambiar de nombre porque eso genera infelicidad en sus dueños. 

Orestes Piñeiros y  Candelaria del Marmol como no pudieron tener hijos, adoptaron una niña, Rebeca, que hacia 1890 se casó con el entrerriano Manuel Fraga Calveyra.

Candelaria

Como sus padres eran ya mayores, el flamante yerno, Manuel, pronto tomó las riendas de la estancia. De regreso de la luna de miel en Europa, encandilados por el valle de Châteaux de la Loire del corazón de Francia, proyectaron una residencia a imagen y semejanza de éstos mandó proyectar el castillo.  La obra es del arquitecto frances Alberto Favre, como  era habitual en las familias latifundistas de fines de siglo. En esa época la ciudad de Buenos Aires e incluso su nueva capital, La Plata,se poblaban con palacios europeizantes incluso usados en edificios públicos.


La obra tomó casi diez años y para 1898 estaba terminada gran parte de la construcción para ser habitada por Rebeca y Manuel con tres plantas, donde están distribuidas sus espaciosas salas, los comedores, bibliotecas, sala de juegos, living,etc. El mobiliario es todo de época, así como los tapices y entelados.El dorado y azul real son los colores que predominan en la decoración del castillo, ambos muy usados en el siglo XIX para denotar lujo y opulencia.

Candelaria
La Candelaria



Orestes falleció en 1904 y Candelaria en 1909.

El castillo fue pensado con la idea de hacer banquetes, recepciones y cenas para invitar a personalidades de la política, pensando que estando bien conectado, los negocios ganaderos podían ser más fluidos. Entre los visitantes famosos se encuentra el principe Harry y el matrimonio real de Maxima y Guillermo Orange-Nassau.

La Candelaria


La construcción posee tres estilos reconocibles: nórdico normando, en sus cortes principales, torres y techo de laja de piedra; gótico inglés, en sus arcos ojivales, y barroco francés, en las aberturas de planta baja y primer piso.

La Candelaria


Pueden observarse las arañas que cuelgan del techo, de Murano, con flores de cristal. Las paredes están forradas con brocato de seda y los sillones son de estilo Chippendale. Hermosos descansos iluminados por vitrales franceses. El mobiliario antiguo también de origen francés Luis XV y Luis XVI.Todos los muebles fueron encargados por catálogo a Europa, traídos en barco hasta el puerto de Buenos Aires y transportados en carretas hasta Lobos.
La Candelaria


 Los revestimientos de las paredes tienen motivos venecianos o florentinos, y hasta un gran gobelino holandés que cubre la pared de la escalera que lleva hasta el primer piso. El comedor es digno de apreciar con boiserie tallada en roble. Los pisos tienen roble de Eslavonia – como todas las habitaciones- .El techo casetonado y decorado con una araña de 600 caireles de cristal de roca y brazos con llavecitas de paso de gas, que fue el antiguo medio iluminador

El comedor principal, de estilo renacentista italiano, con pisos de roble de Eslavonia, paredes de cedro y cielo raso pintado a mano aloja obras de arte y mobiliario exquisito. En la esquina asoma el retiro para fumadores

El sistema de calefacción de radiadores permanece como antaño, con un fogonero alimentando el fuego durante las noches. Bello mármol de Carrara enmarca la estufa de hierro fundido de origen belga, enlosada y con mica original. Dicen que en los sótanos estaba la bodega.

La escalera que conduce al primer piso luce un vitraux que permite el ingreso de luz natural que guía el paso a los cuartos superiores, al altillo y a las dos torres.

Colonia Piñeiro Fraga
Rebeca era devota, culta –aún pueblan la biblioteca del casco sus libros en francés– y muy rica. Como
no pudo tener hijos con Fraga, dedicó gran parte de su tiempo a la creación de la Hermandad de Beneficencia, que contaba dentro de sus tierras con una colonia de vacaciones a la que asistían gran cantidad de niños de bajos recursos. 
La Colonia Rebeca Piñeiro del Marmol Fraga, fue obra de esta mujer que decidió sostener con parte de lo producido en su establecimiento una  función social emprendida a fines de los años 1920. Que aún se encuentra en pie, pero abandonada.

El fin de la misma era servir como lugar de esparcimiento y recreación a los niños de escasos recursos de las parroquias de la Ciudad de Buenos Aires bajo a la gestión de la Junta Arquidiocesana de Beneficencia y otras instituciones que se dedicaban a la ayuda infantil. En la temporada de verano unos 400 niños en diferentes turnos la visitaban

colonia de vacaciones
colonia de vacaciones



El soberbio marco del castillo lo dio el parque de Thays, que  cuenta con aproximadamente 240 especias de añosos árboles, entre los que se encuentran araucarias, casuarinas, pinos, eucaliptos, palmeras y más… Todo el lugar acompañado por estatuas, glorietas, pequeños puentes y una capilla de película. Hermosas estatuas de dos panteras de mármol protegen la entrada de unos arcos góticos.

La Candelaria


También nos encontramos con el molino donde muchas parejas lo usan para un fin de semana romántico o bien pasan allí la noche de boda, tiene un recibidor en planta baja y el dormitorio arriba.

En 1937, dos años después de haber quedado viuda, Rebeca mandó a construir la capilla que aún se levanta en la estancia. Inaugurada el 2 de mayo de ese año por Monseñor Copello, en la placa de la entrada señala que está consagrada a la memoria de sus padres. En un sector lateral, Rebeca elegió el lugar donde ambos descansarían y reservó para ella el sitio del medio, entre el nicho de su madre, y el de su padre. Para su esposo, Manuel, con quien no había sido feliz, dispuso una ubicación aparte, del otro lado de una ventana.

La Candelaria
La Candelaria



La capilla de la estancia con una torre y techo nórdico y ventanas de estilo gótico con vitrales azules está presidida por un enorme Cristo en pieza única de madera por sobre el altar.

miércoles, 24 de julio de 2024

Ana Berker jinete que une la hazaña de Bs AS a Otawa

Ana Berker
“Amazona de      las Américas” 


Ella se llama Ana Beker que realizó la hazaña de unir a caballo Buenos Aires con Otawa, superando al profesor

el argentino de origen suizo Aimé Félix Tschiffely, entre 1925 y 1928 que había unido Buenos Aires con Nueva York en sus dos caballos criollos Gato y Mancha.

Como suele suceder en nuestra historia argentina se destacan las acciones de los varones y se esconde u omite faenas similares por parte de las mujeres.

Cuando fantaseaba con la posibilidad de labrarse un nombre en el mundo de la equitación, siempre tenía que escuchar la misma estupidez: “Eso son cosas de hombres”.




El 1 de octubre de 1.950 Ana, que habia nacido en Lobería, provincia de Bs As comenzaba la hazaña: la inició desde Buenos Aires, a caballo, hacia la capital de Canadá, Otawwa. Llegó a su meta el 6 de julio de 1954, tres años, nueve meses y cinco días.tuvo que  luchar contra los prejuicios de la época, reivindicando el rol de la mujer argentina, mostrando su capacidad y.demostrando la equidad de género.

“¿Por qué haces lo que haces?”, le consultaron en ocasiones, y siempre la misma respuesta: “Porque una mujer puede realizar cualquier cosa que se proponga”.


Así se la conoció como «La amazona de las Américas».

Ana BerkerSu historia comienza desde su niñez.Vió la luz  el 16 de noviembre de 1916 en Lobería (Provincia de Buenos Aires), de padres  emigrados de Letonia; de allí su apodo de gaucha rubia,a los cuatro años ya se abrazaba a las patas de los potrillos que nacían y crecían en la chacra, luego  la familia se trasladó a la localidad de Algarrobo, Partido de Villarino, donde poseían una pequeña propiedad rural. Ana de niña se escurria por las noches para dormir en los establos y asegurarse de que no le faltara nada a los caballos. Fue creciendo y se convirtió en una amazona destacadaMontaba desde los 5 años y con apenas 12 había adquirido sobradas aptitudes para las tareas rurales, que desarrollaba a la par de los peones de la hacienda familiar.Amaba montar en pelo ni bien salía el lucero, sobre el lomo fresco del animal, mientras los grillos todavía cantaban a coro. Decía que los caballos eran nobles y desamparados, como los niños, que ponían sus fuerzas al servicio de las personas, sin dobleces, ni ambiciones, ni hipocresías, al revés que los seres humanos.

 La acusaron de entrometida cuando en una voleada de avestruces montó a la par de los hombres. Intentó correr una carrera cuadrera, pero debió renunciar ante las protestas de sus competidores.

Enamorada cono era de los caballos decide comenzar a  recorrer distancias, en el año 1940, a sus 24 años, la joven realizó su primera “travesia” efectuando una distancia de 1.400 kilómetros, desde La Pampa hasta Luján, montando un doradillo llamado “Clavel”, hazaña que concretó en diecinueve días. Luego, en dos caballos criollos que le hiciera facilitar el Presidente Roberto M. Ortiz (“Zorzal”, un overo azulejo, y “Ranchero”, un doradillo), recorrió durante diez meses, la geografía del mapa patrio, denominado entonces de “las catorce provincias”, en el 1942.

Ana ya venía soñando con el recorrido por América por lo fue a escuchar una charla de Aimé Félix Tschiffely, antiguo maestro de Quilmes, quien, como se sabe, realizó el camino de llegar desde Buenos Aires a Nueva York con los dos caballos, Mancha y Gato, animales que se hicieron famosos después de cumplir aquella marcha. Tschiffely hizo un relato ilustrado con proyecciones de su viaje a través de veintiún mil kilómetros por los pantanos, ríos, montañas, fangales, selvas y desiertos del nuevo continente. Al terminar la exposición, se acercó a Tschiffely, y le dijo que proyectaba viajar con un caballo de silla y un carguero hasta la capital del Canadá.  Le Tschiffely le aconsejó que no hiciese su travesía por Bolivia, dada la cantidad de ciénegas y desiertos de su geografía, a lo que Ana respondió: “Si usted pudo pasar, yo también podré”.

Una década le llevó a Ana Beker los preparativos para poder emprender su viaje a caballo a través de América y tuvo que  salir a pedir apoyo económico para un viaje que le costó algo más de 50 mil pesos.El plan de unir Buenos Aires con Otawa estaba en marcha. No fue ni fácil ni rápido concretar la empresa, los preparativos se tomaron dificiles.  Había que conseguir caballos, pertrechos y plata. Ana movió cielo y tierra para obtener apoyo económico, hasta llegar al despacho de la propia Eva Perón, que la aporto todo el apoyo que pudo incluso aportó fondos desde su fundación. .

Ana Berker y Peron


Ana Berker
Recibió el apoyo decisivo del entonces presidente Juan Domingo Perón, y de la “líder espiritual del pueblo argentino”, Evita Duarte de Perón. Ese apoyo le costó el ostracismo político y deportivo (al igual que a tantos hombres y mujeres) a partir del infame golpe de Estado cívico-militar-eclesiástico del 16 de junio de 1955.

La hazaña de Ana  comenzó el 1º de octubre de 1950 por una mujer sola hace ya cerca de sesenta años en Buenos Aires,vestía a la usanza gaucha, con bombachas y botas de potro, sombrero de campo y pañuelo visto al cuello, con el caballo alazán malacara “Príncipe”, que le fue obsequiado por el polista Manuel Estrada y el alazán “Churrito”, regalo de un criador de La Pampa, Pedro Mack, ambos equinos de siete años de edad aproximadamente.Partió desde el mojón cero de la Plaza del Congreso,  fue acompañada por una multitud de jinetes hasta su salida de la ciudad. Tomó la ruta 9 y poco después se produjo un accidente que dio en el suelo con ella, por lo que fue internada en el hospital de San Fernando. Pero Ana Beker se recuperó relativamente en poco tiempo, prosiguió la marcha hacia su NOrte.
Fue cruzando la provincia de Buenos Aires y la de Santa Fe, parando en los campos, le gustaba estar un buen rato junto al fogón, con el gauchaje, en las conversaciones tan animadas después del trabajo. No faltaba quien bromease, cuenta Ana: “¿Adónde va paisana, tan preparada como para no volver nunca?” Le decían: “Quédese nomás, que no andamos tan abundantes de gauchitas rubias por los pagos.

En Santiago del Estero el calor apretaba tanto que en una oportunidad al cruzarse con un changuito que cabalgaba sobre un burro llevando dos vasijas de agua decidió comprarle para sus caballos.

En Tucumán quedó asombrada por la belleza de la vegetación de esa tierra tan fértil. En Salta sintió orgullo de ser escoltada por unos gauchos “herederos de los famosos de Güemes, jinetes en óptimos caballos.

Tras completar los interminables trámites aduaneros en La Quiaca, pasó a Bolivia, donde todo su viaje cambiaría

Además de los caballos cedidos Ana  pudo realizar su camino gracias a que muchos gobiernos de los países por los que pasó, la ayudaron brindándole alojamiento y facilitándole la gestión.

Ana Beerker
Entre las anécdotas pasadas por  Ana Becker esta el pedido de matrimonio de un cacique,
como atraviesa sin dificultad la guerra civil en Colombia, su encuentro con un buscador de tesoros en el lago Titicaca y su escape de los cazadores de vicuñas. Vadeó tumultuosos ríos, se jugó la vida en ciénagas, despeñaderos y precipicios.Recorrió desiertos y arrostró sequías, lluvias torrenciales y tormentas de nieve. Pasó un frío glacial en altiplanos a más de 4.000 metros de altitud. También hubo días de calor implacable y de un sol tórrido. Durmió al raso, en grutas y en chozas de las que huían las ratas, cedidas por campesinos en su mayor deseos de ayudar.. Vio a curanderos realizar prodigios inexplicables. Sufrió insolaciones, hambre y penurias. Las garrapatas infestaron sus caballos y realizó con ellos jornadas de hasta 77 kilómetros diarios, lo máximo que les podía exigir. Vivió sismos y sintió la mirada glaciar de los jaguares.

Pasando "Oro Ingenio", a 3600 metros sobre el nivel del mar, para evitar un rodeo de muchos kilómetros, Ana decidió tomar un atajo por un cañadón. Lo recorría un río pequeño, que los caballos podían atravesar. Le advirtieron: “Que no la agarre el Angosto, pues entonces está perdida”. El río crecía de golpe y si la encontraba cruzando la cañada no había por donde escapar.
Ana Berker

Ana no pensó que pudiera sucederle, confiaba en su andar ligero. A mitad de camino comenzó a llover con fuerza. El viento rugía entre las paredes de piedra. Príncipe, uno de sus caballos, se negó a seguir marchando, incluso antes de que lloviera. El caudal de agua comenzó a aumentar y una hora después los caballos ya no podían seguir ascendiendo.

El día se oscureció de repente. Ana intentaba mantener la calma. Se hacía de noche. Decidió regresar. Los caballos ahora no podían seguir ni en un sentido ni en el otro. Lo única salida que les quedaba era escalar aquellas paredes de piedra. Lo hicieron en la oscuridad hasta alcanzar un peñasco alto y angosto, donde solo pudieron esperar de pie.

Dice Ana que, entonces, cuando se supo a salvo, perdió el aplomo. Lloraba y gritaba, cantaba para aturdirse y no pensar. Fue una noche eterna. Cuando finalmente comenzó a aclarar, estaba tan desorientada que decidió montar y soltar las riendas para que los animales fueran según su deseo.

La encontraron cuatro campesinos, que la llevaron hasta un lugar llamado Tres Palcas. Les pareció que habían encontrado un fantasma. Una mujer alta y rubia con la mirada perdida, abandonada a la voluntad de sus animales. Su poncho mojado la cubría como una mortaja. El rostro sucio. Temblaba, enferma de miedo y frío.

Avanzaba por la carretera que lleva a La Paz cuando vio venir un camión de frente. Como sabía que Churrito se asustaba con los camiones, se corrió a un costado y comenzó a hacer señas para que disminuyera la velocidad. El chofer no hizo caso y embistió al caballo, lanzándolo más allá de la cuneta. La sangre del animal salpicó a Ana, pintándola de rojo. Los huesos de la cadera de Churrito estaban unos pasos más allá. Ana se levantó enloquecida y corrió a abrazarlo. El caballo lanzó un relincho y murió.

Después de la tragedia, Ana se quedó en La Paz por casi dos meses. Necesitaba reponerse, conseguir otro caballo y estaba empecinada en que el chofer pagara sus culpas mediante un juicio que nunca llegó.
Ana Berker

Un diputado boliviano le regaló una yegua zaina de catorce años llamada Podre india. Con ella y Luchador, partió hacia el lago Titicaca. Montaba en la yegua porque no sabía ir de tiro. “Encabrestaba mal”, en palabras de Ana.

Cruzó el lago Titicaca por la parte más estrecha, a bordo de una canoa a vela del único barquero que se animó a trasladar los caballos.

Pasó a Perú el 14 de marzo de 1951. Conoció Cuzco y Machu Pichu. Debió vérselas con los cóndores, que volaban intentando asustar a los caballos para que cayeran por los barrancos y se convirtieran en su alimento.

Se encontró con cazadores furtivos de vicuñas con los que compartió jornada y fogón. Tuvo que cruzar el Altiplano, desértico y frío, donde la nieve y el hambre no le dieron tregua.

Los caballos marcharon desde las siete de la mañana hasta bien entrado el anochecer. Ana los vio caminar hasta desfallecer y, ya desesperados de hambre, morder un tronco de árbol, agarrar cualquier cosa verde que asomara entre las piedras, incluso comer su propia bosta, avergonzados.

Marchó hasta Nazca y luego a Pisco, el camino junto al mar la llevó hasta Lima. Pasaría en la capital casi dos meses. Ana estaba resuelta a cambiar los caballos. Transitar de Cuzco a Lima montando nada más que la yegua fue una odisea. Y Luchador, además, “hacía poco honor a su nombre”, en palabras de su dueña.

Mediante gestiones con el embajador argentino, consiguió que el ministro de Guerra le donara un caballo, que debía elegirlo ella misma en el Cuartel de San Martín. Cuando llegó, los oficiales estaban avisados. Fueron a revisar los caballos, pero todos los que le ofrecieron eran malos. Ana adivinó el engaño. Les dijo que no se decidía por ninguno, pero que regresaría en una semana.

Al día siguiente se presentó en el cuartel. Los buenos caballos habían aparecido como por arte de magia. Uno de los capitanes no podía para de reír al verla llegar: “Si siempre es así de lista, va a salir bien de todos los peligros”.

Tomó un alazán de cuatro años y medio, malacara, al que llamó Chiquito Luchador. 

En Bolivia estuvo dos meses perdida, entre sus montañas.Los inconvenientes con los caballos no cesarían. En Puerto Bolívar, al embarcar para llegar a Guayaquil, Chiquito Luchador se patinó y casi se quiebra una pata. En Vince el mismo caballo cayó al agua desde una canoa y debió luchar contra la corriente para salvar su vida.

En Quevedo los tres no pudieron hacer equilibrio sobre un puente de madera y también cayeron al agua.

En un camino apartado, que Ana tomó para ahorrar kilómetros, pasaron frente a ellos, como una ráfaga, un toro bufando con un puma prendido de su cuello. Los caballos estaban aterrados y también ella. Escucharon, en el monte, el
Ana Berker
 último mugido de la res.

Al día siguiente la salvaron unos cazadores. Cuando Furia fue atacada por el mismo puma y huyó a todo galope, ellos lo mataron disparándole en plena carrera. En una oportunidad le dieron albergue en una casa donde habia cinco hombres y cuando sospecho que podrían abusar de ella salió escapando por una ventana

En Zumbahua, Ecuador, un tramo difícil, un jefe del lugar dispuso que fuera acompañada por uno de los indios pues el trayecto a recorrer era a campo traviesa. No obstante, sufrió un intento de violación por cinco hombres sin consecuencias debido a que logró huir a tiempo.  Usó para defenderse su revólver y finalmente  que permaneció escondida en un matorral una noche muy fría. Alguien corrió a avisar al cacique indio, y éste revólver en mano, y por la fuerza de los puños hizo cierta justicia.

.Fue recibida por presidentes y homenajeada de mil maneras a su paso, en desfiles, en clubes hípicos, en hipódromos, en corridas de toros. Pasó de dormir en ranchos, cuarteles e incluso cárceles, a hacerlo en las fincas más opulentas de los más diversos países. 

Llegó a Panamá en barco, allí le dieron trato de “heroína”

Entre Costa Rica y Guatemala, la robaron unos bandidos. En México volvieron a asaltarla, pero ningún percance fue capaz de detener a esta  mujer durante los años que duró su  aventura.Participó de la cacería del jabalí, que es allí uno de los principales alimentos.

Pasó a México preocupada por el estado de Furia y Chiquito, tenían los lomos lastimados por las monturas. Recibió toda clase de atenciones por parte de los distintos grupos de charros, jinetes de anchos sombreros picudos, chaquetillas cortas y brillantes y pantalones ajustados, de gran tradición en el país.

La recibían en cada ciudad dándole alojamiento y comida para sus caballos y la acompañaban en sus trayectos de un pueblo a otro. También fue recibida por el presidente: se hicieron festivales en su honor, con exhibición de habilidades ecuestres, piales, manganas a caballo, monta de novillos, paso de la muerte.


Ana Berker
Terminó  su hazaña el 6 de julio de 1954, nada la detuvo, nada la amilanó por lo que Ana Becker desmontó frente a la embajada argentina en Otawa en compañía de los caballos “Chiquito” y “Furia”, reemplazantes de los caballos iniciales. Perdió sus caballos: “Príncipe” a consecuencia de un cólico, al ser mal alimentado en un descanso, y “Churrito”, atropellado por un camionero que se dio a la fuga. Para reemplazar al primero le llegó el tordillo blanco “Luchador” y para sustituir al otro le entregaron una yegua a la que llamó “Pobre India”. Ya en Lima, en mayo de 1951, le obsequiaron un caballo del ejército al que nombró Chiquito, donando a Luchador a un Club Hípico y luego obtuvo a Furia. En la frontera peruano-ecuatoriana entregó a Pobre India. Fueron Chiquito y Furia, dos ejemplares peruanos, sus compañeros durante el resto del camino proyectado. En este largo recorrido de 25.000 kilómetros, Ana Becker atravesó Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México y de Texas (Estados Unidos) volvió a partir rumbo a Nueva Orleáns, Washington, Nueva York y Montreal (Canadá) hasta llegar a Otawa, luego de emplear 3 años, 9 meses y 5 días para cubrir la distancia.

En las distintas ciudades canadienses grandes y niños formaban en doble fila para victorearla y para contemplar su paso. Era un acontecimiento cívico popular. El día domingo, como no trabajaban, fue una multitud la que asistió a este desfile, repetido en todos los pueblos que atravesaba. La gente de los distintos pueblos se daba cita espontáneamente para ver la Amazona Argentina marchar por las calles de sus ciudades en su camino al norte. Hubo una transmisión por Radio Canadá desde el interior de la sede diplomática Argentina. Y los  caballos recibieron una ración generosa de alimento, pues eran también dos héroes.

Ana Berker


Ana dejó en un libro los detalles de su travesía acompañado de mapas y anécdotas, editado en 1957, por la editorial La Isla dentro de la Colección La Aventura del hombre. Relatos de la historia real.por la editorial porteña La Isla, del hombre. Relatos de la vida real”

"Amazona de las Américas"  como fue bautizado es un libro de viajes con minuciosos datos sobre periodistas, medios, y gobernantes que encontro en su camino, se lee como una novela de aventuras . Sin embargo carece de datos sobre nuestra heroína. 

Este libro en 1955 se lo incluyó  en la lista de perseguidos y perseguidas por su filiación peronista..

En este libro expresa: “En todos los países se me trató muy bien y fueron muchas las personas, políticos y periodistas que supieron recibirme y ayudarme. Los niños de las escuelas en innumerables localidades me esperaban y al pasar me tiraban flores, recibimiento tan sencillo como elocuente. En Méjico me esperaron muchas bandas de música con sus alegres canciones. En Nueva Orleáns me entregaron la llave de la ciudad y me nombraron ciudadana honoraria, acompañándome en casi todas las rutas de los Estados Unidos, policías montados para resguardarme del tránsito».En Washington fue recibida por la señora del presidente Eisenhower, y visitó la Casa Blanca. En Nueva York pasó por el Central Park y delante del Empire State


Ana Berker

El 27 de noviembre de 1954 retornó a la Argentina a bordo del vapor Río Tercero, de la Flota Mercante Argentina. Con el correr de los años su salud fue empeorando y tuvo que ser internada en el Hospital Español de Lomas de Zamora, donde permaneció un tiempo, hasta que su familia, residente en Bahía Blanca, decidió trasladarla a dicha ciudad donde falleció en un geriátrico el 14 de noviembre de 1985. Sus restos fueron trasladados a Algarrobo y descansan en el cementerio de esa localidad.

Su proeza no fue superada hasta el presente.Como enhebrando perlas en un collar unió las tres Américas.

Ana Berker


En  la Revista “Mundo Argentino”, (21/07/1954) se le hizo una nata principalmente usando las cartas que Ana había enviado a su amiga Virginia Salussoglia

Ana Berker












Ana tiene sus dos pequeños homenajes, en Algarrobo, pueblo que la vio crecer y desarrollarse, se la recuerda  con su nombre a la plaza pública, descubriéndose en ella una placa en su memoria el 13 de diciembre de 1994 Y en Lobería, una calle lleva su nombre..


Ana Barker















Fuente: revisionistas.com.ar