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jueves, 15 de septiembre de 2011

La Floralis Genérica

La Floralis Genénica.
La flor más bella,
vuelve a la vida 
el 8 de marzo de 2015  



Una de las más recientes expresiones artísticas de carácter femenina es La Floralis Genérica que está emplazada en la Plazoleta Naciones Unidas, en Figueroa Alcorta y Tagle, el barrio porteño de Recoleta, al lado de la Facultad de Derecho y frente al parque del Museo Nacional de Bellas Artes de Bs. As.


Su creador, el arquitecto argentino Eduardo Catalano, diseñó y donó esta obra como retribución y agradecimiento a la UBA por la educación gratuita que recibió en ella. La excelencia en su formación le permitió constituirse en un popular y exitoso arquitecto que pudo triunfar en Nueva York.



Catalano pudo entregar a la ciudad una obra de alrededor de 5 millones de dólares, en medio de la crisis ecómicas-institucional  del 2001 una de las más importantes de la historia argentina contemporánea. En medio del desempleo, la pobreza, las manifestaciones piqueteras, el corralito y corralón que sufrieron principalmente la clase media y baja, la aparición de nuevos personajes urbanos como los cartoneros, el florecimiento de comedores comunitarios para tratar de palear el hambre de los excluidos, del descuento del 13 % de las jubilaciones, el pago en patacones y otros bonos a los empleados públicos, los saqueos, los levantamientos populares que generaron en poco tiempo el cambio de 5 presidentes, se fue forjando esta  obra.




Esto hizo que mucha gente la viera como una especie de despilfarro o provocación en medio de una Argentina llena de necesidades básicas insatisfechas. Pero el arte no enfoca a ellas, tiende a la búsqueda del placer estético, trasciende lo cotidiano. Y después de todo quienes somos nosotros para cuestionar una donación de un artista o pedirle que soluciones los problemas socio-económicos del país.




La Florales es una expresión femenina, la predominancia de líneas curvas en su composición refuerzan este carácter, además se trata de representar una flor, en un lenguaje casi abstracto donde encontramos todos los elementos de una flor, aunque no podemos identificarla con ninguna de ellas en particular. 


Su base constituida por una pileta en forma de un círculo, un espejo de agua de 44 metros de diámetro con un catarata que cae por el espacio que la separa del césped aproximadamente de 50 cm y que con la suficiente profundidad que impide sutilmente que personas inescrupulosas puedan acercarse a la flor para dañarla o ensuciarla, para evitar lo que pasa con la mayoría de los monumentos públicos con los que cuenta la ciudad, muchos de ellos, ahora enrejados. 




Una serie de sensores lumínicos hacen que la obra, esté abierta de día y cerrada de noche, y cuenta con un sistema mecánico compuesto por máquinas y computadoras, que controlan todos los movimientos de la estructura. Incluso un sensor de vientos que permite que pueda cerrarse para protegerla de vientos demasiado fuertes provenientes de la rivera del Río de la Plata.



Esta "obra ambiental" como la define su autor, está emplazada en un entorno de cuatro hectáreas, cuyos caminos interiores fueron rediseñados para que la flor pueda ser apreciada desde distintos ángulos para obtener diversas sensaciones. Maravilla ver reflejada el agua de la fuente en sus pétalos, mientras que recorremos los senderos, y nos extasía ver los pétalos en la pileta cuando nos acercamos a su borde.



Esta gigantesca flor de Buenos Aires funciona mediante un complejo mecanismo en relación a sensores ubicados en sus pistilos que mueve los pétalos con los primeros rayos del Sol hasta completar la forma en su esplendor, y cerrándolos al atardecer e irá variando durante el año los horarios de apertura y cierre. Sin embargo permanece abierta las 24 horas del día: el 25 de Mayo, nuestra fecha patria; el 21 de setiembre, el 24 de diciembre, el 31 de enero y cada luna llena que se produce.

Un complejo sistema combina energía solar e hidráulica, con sensores lumínicos en sus pistilos y energía hidráulica que produce la caída de agua de su fuente logrando así el autoabastecimiento energético que necesita la obra.

Cuenta con seis pétalos plateados hechos en aluminio y acero, mide casi 20 metros de altura, tiene 18 toneladas de peso, el autor dejó la construcción a la fábrica de aviones Lockheed Martin Aircraft Argentina S.A., de Córdoba. Cada uno de los cuatro pistilos está construido de un material llamado dural, una aleación aeronáutica de aluminio revestido de acero inoxidable.

Las gestiones del arquitecto Catalano para donar su obra comenzaron en 1999, pero la construcción comenzó en enero de 2001 y culminó en febrero de 2002. El traslado de cada pieza comenzó el 2 de marzo del 2002 en grandes camiones que trasladaron en 11 días sus piezas desde Córdoba a Bs. As.

Casi en un total hermetismo la obra se inauguró en abril del 2002 con la presencia de su creador y las autoridades municipales, por miedo que fuera blanco de escraches.

El 21 de septiembre de ese año con un recital de luces y sonidos fue inaugurada para el público. Sentados sobre mantas pudimos ver como cambiaba de color al ritmos de Las Estaciones de Vivaldi.


Catalano también ideó un sistema de madrinazgo para que fueran solventados los gastos del mantenimiento del parque, del enrejado y la seguridad, la empresa Tetrapak aceptó la responsabilidad. Por eso muchas veces se solicita al público que concurre a los espectáculos que de dan en ese espacio, la donación de cartones de leche larga vida, que fabrica esta empresa y que finalmente terminan contribuyendo con la labor de comedores comunitarios.



Eduardo Catalano falleció en los primeros días del año 2011, su obra se perpetúa,  pero  su obra, de virginal belleza permanecerá  intacta embelleciendo nuestra ciudad y ya convertida en un ícono de ella.

 

Luego de varios años de permanecer estática, por problemas técnicos, la Floralis Genérica volvería a cobrar vida el Día de la Mujer, el 8 de marzo de 2015