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miércoles, 1 de febrero de 2017

Mujeres y varones en el Cruce de los Andes



El Cruce Libertario del  Gral. San Martín. Una gesta que movilizó a varones y mujeres cuyanos en 1817.

Inicio de la puesta en marcha del Plan Continental Sudamericano.

Mujeres y varones  en el Cruce de los Andes
A más de doscientos años del cruce de los Andes por el Gral. San Martín pongo en marcha mi mano, recordando las aventuras, los percances y los triunfos de un pueblo, el cuyano, que hizo una hazaña que todavía se recuerda con orgullo.

Tanto los generales Manuel Belgrano como José de San Martín presionaron a los Congresales de Tucumán para que en 1816 se declarara la independencia de las Pcias. Unidas del Río de la Plata. Ese proceso que se inició en mayo de 1810 y  sabían necesitábamos determinar con firmeza. 
Ambos conocedores de las fuerzas militares europeas y que derrotado Napoleón, Fernando VII retomaría su corona, e incluso pediría ayuda a la Santa Alianza para reprimir los lejanos territorios rebeldes. Los dos veteranos de las expediciones hacia el Alto Perú conocían nuestra inferioridad, persuadido de ello San Martín delega en el Gral. Güemes como en Juana Azurduy y otros milicianos locales el inicio de tácticas de distracción y de desgaste, que le dieran tiempo para formar una fuerza que atacara Chile y desde allí, por vía marítima,  sorprender el centro político militar realista: Lima.

Mujeres y varones  en el Cruce de los Andes
En 1812 se había casado con Remedios de Escalada, una refinada y delicada adolescente veinte años menor al austero militar experimentado, que llegó para poner su espada al servicio de nuestra emancipación. Al vincularse a esa familia conquistaba posición y atraía al Escuadrón de Granaderos a Caballo, que estaba organizando, a oficiales, como sus cuñados Manuel y Mariano y sus amigos, los Necochea, Manuel J. Soler, Pacheco, Lavalle, los Olazábal, los Olavarría y otros.

En 1814 San Martín logra ser nombrado gobernador de Cuyo, primero con ayuda del Directorio, pero cuando pierde ese apoyo hace recaer fuertemente en el pueblo cuyano la preparación para el Cruce de los Andes. Los patriotas por voluntad y los realistas por expropiación aportaron caballos, mulas, ganado, tejidos, y otros elementos necesarios para hacer frente a la hazaña  del cruce por los pasos que el enemigo creía menos viables, por su dificultad topográfica, su altura y las fuertes inclemencias climáticas que eran necesarias atravesar.

Entre 1814 y 1817, mientras planeaba el cruce, desplegó una Guerra de Zapa, es decir, una serie de maniobras para debilitar, desmoralizar y confundir al enemigo y  fomentar la insurrección popular, en la que participaron como espías tanto hombres, mujeres y niños que cruzaban la cordillera para relevar el terreno, enviar proclamas y sembrar rumores equívocos, aún utilizó a los indios pehuenches para informar que el cruce se daría por el sur de Mendoza, seguro de que esta información llegaría a oídos de los realistas que ocupaban Chile. Así logró que el ejército enemigo se dispersara y perdiera resistencia. Y con prácticas de guerrilla desgastar  las fuerzas realistas y lograr la incorporación de militares chilenos a la causa patriota.

La ciudad de Mendoza, en especial el Plumerillo,  se transformó  en un gran cuartel y fábrica militar,  casi todos
Mujeres y varones  en el Cruce de los Andes
los pobladores cuyanos participaron en la elaboración de pólvora y municiones, aprendieron a fundir armas y cañones, tejer tela y coser ropa, preparar charqui y aportar cebollas y ajos para hacer frente al mal de altura.

Los pasos utilizados fueron el de Uspallata, Piuquenes, el Portillo, el Planchón y  el de los Patos. Encabezando a los 5000 soldados entre argentinos, patriotas chilenos y esclavos donados, acompañados de alrededor de 1.600 caballos y 10.000 mulas, junto a las piezas de artillería,  sus mejores hombres: Soler, O´Higgins, Las Heras y  Freyre.

Para ellos la base de la alimentación  fue el valdiviano —plato sobre la base de carne seca (charqui) machacado, grasa, rodajas de cebolla cruda y agua hirviendo—. También llevaron galletas de maíz, vino, y aguardiente para disminuir el frío nocturno. Además de reses para la provisión de carne fresca, quesos y ron.

Mujeres y varones  en el Cruce de los AndesEn enero a febrero de 1817 San Martín es muy probable que, como el resto de la tropa, cruzara los Andes en burro o en mula porque estos animales son más resistentes a las condiciones de la cordillera que los caballos. Se cree que se llevaron caballos pero de tiro para luego ser utilizados por la oficialidad en las batallas. Con respecto a la posibilidad de que el general cruzara en camilla por sus afecciones asmáticas, ulcera y reumatismo no habría sido en 1817 sino en 1819 cuando lo acompañaron 60 granaderos hacia zonas de aguas termales en Chile para recuperar su salud, aquellos de los que habla la famosa canción folklórica.

Remedios, esa jovencita aristocrática porteña supo rápidamente adaptarse al papel de acompañante del Gral. Encabezó  un grupo de mujeres que se presentó ante el cabildo para donar sus joyas y efectos personales valiosos para financiar el cruce de los Andes, hecho que fue imitado por puntanas y sanjuaninas.  También se puso al frente de aquellas que armaron la Bandera de los
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Andes, tras conseguir los paños celestes y blancos, Remedios se puso a coser y sus amigas a bordar. Utilizando hilos de seda, lentejuelas de oro de abanicos  y  el óvalo y el sol del escudo fueron adornados con rosetas de diamantes y perlas de collares.

Otras mujeres mientras tanto donaron dinero, hacienda, ponchos, calzado, alimentos, monturas, cosieron uniformes  y contribuyeron con  la cesión de esclavos, que supuso un importante incremento en el número de soldados de infantería. Hasta en los conventos las monjas, además de rezar, hacían vendas que servirían para curar a los soldados.

Tampoco hay que dejar de lado el trabajo que hicieron las mujeres cuyanas cuando los varones partieron a la guerra,  al mantener las fincas, y los campos  funcionando y  sostener sus hogares.

A pesar de la prohibición de sumar mujeres al cruce por parte del Gral., se rescata el caso de dos mujeres que transgreden esa orden. Una,  Pascuala Meneses que se vistió de varón y se presentó como voluntaria, pero fue descubierta  en plena marcha y se la hizo volver a Mendoza. La otra, Josefa Tenorio logró lo que se había propuesto, el Gral. Las Heras le confió una bandera, ella, esclava de doña Gregoria Aguilar, lo único que solicitó como compensación fue su libertad.

Se dice que una mulata Jesusa Escalada acompañó al matrimonio San Martín de Bs As a Mendoza, y hay versiones sobre que la mulata atendía con esmero al Gral. y que lo acompañó a Chile y Perú donde habría  nacido un  hijo presumiblemente del Gral. Ya que se dice que le habría dado el apellido. Conociendo de los muchos males que aquejaban su salud no es extraño que haya llevado alguien que se encargara de su alimentación, su abrigo y su salud. Incluso se dice que el Protector del Perú la habría liberado, sin embargo, otra rama de biógrafos aseguran que la mulata se caso en Mendoza y se quedó allí con su marido e hijos.  

La India Magdalena ¿Cuál habrá sido su nombre pehuenche? Porque todos la conocían como la “India Magdalena”, pero Magdalena es nombre de los blancos, uno de los nombres de su libro sagrado, la Biblia. Su madre y su abuela le habían enseñado los rudimentos del tejido: transformar la lana en hilo, armar las rústicas madejas, el correcto uso del telar. En Mendoza era mentada, porque sus mantas y sus ponchos eran muy estimados.  Pero si en algo era experta la India Magdalena era en conocer los yuyos, las tierras, y los frutos que iban a darle colores a sus tejidos. El General necesitaba el azul. El primer intento lo había hecho otra habitante de San Carlos, Juana Mayorga, pero no logró cumplir con el encargo. San Martín le habló a Magdalena. Le explicó de los uniformes y otra vez apareció el color azul. –Haré todo lo que pueda, General –dijo la india y fue a buscar con alguna ayuda los yuyos para la tarea. Fueron días y días de trabajar con cacharros, grandes fuentones, agua y fuego. Pero no fue posible. La india sólo logró teñir unos pocos uniformes con azul desparejo, por ahí se iba sobre la tela y por ahí volvía. No pudo Magdalena y era lógico. Ella estaba acostumbrada a teñir pequeñas parcelas de lana para algún tapiz o algún poncho. Hacerlo con los miles de uniformes no era tarea para dos manos pehuenches, el gobierno optó por convocar al ciudadano Francisco Javier Correas, conocedor de productos químicos, quien termino el trabajo.

En cuanto a compañía femenina al general mientras estuvo en Mendoza, habría sido una dama mejicana llamada María Josefa Morales de los Ríos, viuda de Pascual Ruiz Huidobro, conocido militar español que apoyó la Revolución de Mayo, fallecido en Mendoza en 1813.

Hay autores que rescatan a una dama patriota y acaudalada que le cedió  su hacienda en Barranca cerca de Lima para que el libertador se hospedara. Fermina González Lobatón, dueña de un ingenio azucarero en Perú, que  habría sido madre de un niño bautizado como Domingo de San Martín.

El romance más comentado pero ya durante su permanencia en Lima, fue con Rosita Campusano de Cornejo, a quien llamaban "la Protectora". Hija bastarda de un funcionario español con una mulata, fue amante de un acaudalado comerciante español que la introdujo en la sociedad limeña. Los secretos de alcoba que obtuvo de un oficial realista fueron suministrados a los patriotas que así pudieron anticiparse al accionar del enemigo. Por esta actividad clandestina, San Martín le otorgó la "Orden del Sol", junto a otras 111 mujeres que habrían apoyado la causa revolucionaria, a pesar de que la aristocracia de Lima desaprobase esta distinción. Sus acciones patrióticas  le merecieron la persecución de  las autoridades españolas al extremo de ser detenida e interrogada por la Inquisición, pero fue liberada.

En su casa se realizaban grandes tertulias en donde concurrían funcionarios y militares realistas, pero también patriotas que apoyaban la revolución. Al llegar San Martín a la capital peruana, ambos entablaron una amistad que se transformó rápidamente en una apasionada relación. Ellos vivían en la Quinta de La Magdalena a 12 km de Lima.  Aunque la misma no trascendió públicamente, a la Campusano se la denominó "la Protectora". El mito trasunta que tuvo un hijo con el Padre de la Patria, a quien se lo conoció con el mote del "generalito". Todo terminó al marcharse el militar argentino de la capital del Perú en setiembre de 1822. Cuando San Martín viajó para entrevistarse con Bolívar en Guayaquil, lo hizo sin su compañera  Campusano.

En  Guayaquil, a pesar de la brevedad de su permanencia, conoció a una importante dama patriota con quien mantuvo una relación, Carmen Mirón y Alayón, que terminó en descendencia: Joaquín Miguel de San Martín y Mirón se dice que  este hijo conoció a su padre mientras este vivía en Europa.

Estos últimos datos sobre las compañeras del general en su campaña libertadora demuestran que varones y mujeres cada uno a su modo y como pudo contribuyó a la conquista de la libertad para el subcontinente sudamericano.



Mujeres y varones  en el Cruce de los Andes
Héroes son aquellos varones y  mujeres que son capaces de realizar hazañas, como lo hizo San Martín y el pueblo cuyano, tanto varones como mujeres, al preparar el Ejército de los Andes para el Cruce de la Cordillera. Son tales porque precisamente son personas las que  hacen las hazañas, humanos limitados, con debilidades y flaquezas como los demás, pero con una capacidad especial de entrega a una causa. Eso fue lo que hicieron. San Martín de vigorosa racionalidad y mentalidad universalista había adherido por su formación masónica a la causa de la autodeterminación de los pueblos y vió en América la Patria en la que era posible la realización de su ideal de libertad, puso su espada al servicio de la causa emancipadora que dió sentido a toda su existencia, convertida en una misión que llevó a cabo con una voluntad de hierro.


 FUENTES:
www.elhistoriador.com.ar
http://www.sanmartiniano.gov.ar
Victor Barrionuevo Imposti. La mujer en las campañas sanmartinianas Revista "Todo es historia", Suplemento: Nº 29.
www.todo-argentina.net
Maurilli, Liliana. “Mujeres de la gesta sanmartiniana”. Palabra de Mujer - Entrega N° 45 16/08/2012 en http://www.radiocordial.com.ar